Crónica de un cosplay de última hora

I Parte

La mitad del trabajo estaba listo al tener improvisadamente el suéter y los vaqueros necesarios para convertirme en Raine por un día. Al día siguiente bajé a comprarme lentillas azules y ese mismo día hice los pendientes con FIMO, que bueno, no me han quedado como si fuera Swarovsky, pero para ser FIMO y para ser yo, no están mal.

La complicación llega el miércoles, o sea, hoy. En teoría habíamos quedado en que, como él trabajaba durante una horita en la agencia (hasta las siete, vamos) yo iría una hora antes para ir mirando precios y localizando detalles. Y allí estaba yo, a las cinco y media plantada en el centro con una angustia del copón y un ansiolítico que parecía más bien una pastilla de valeriana (vamos, yo creo que la psiquiatra me quería dar gato por liebre y ver si funcionaba por efecto placebo, pero nanai). Es decir, que he estado más de hora y media vagabundeando por el centro esperando que saliera Bestia del trabajo para que me acompañara, porque yo entrar en un centro comercial sola con un ataque de ansiedad no es un plan que me llame demasiado. Mentira, media hora dando vueltas y una hora bajo el pasaje que hay al lado de la plaza de toros resguardándome del frío y la lluvia, plantada como un pasmarote.

Así que a las siete y media salimos de la agencia (por fin, una vez tranquilizada, pude ir a por él y sacarle casi a rastras porque nos iba a cerrar todo) y nos dirigimos raudos a cualquier tienda que tuviera lo que queríamos, es decir, unos pantalones marrones, una camiseta azul clara y una camisa azul oscuro. Benneton, Pull and Bear, El Corte Inglés… nada, ¡cómo es posible! Por fin el cielo se nos abrió en Springfield, donde, de una tacada, nos llevamos la camiseta azul y los pantalones marrones (además de los dos anillos que también necesitábamos y ahora resulta que nos quedan grandes) ¡toma ya!

Animados por el repentino golpe de suerte, continuamos buscando. No sé cuántas tiendas habrá en el centro de Valencia, pero es posible que en menos de dos horas Bestia y yo hayamos entrado en todas o, por lo menos, echado una ojeada desde la puerta.

Y nada, ni una camisa que nos convenciera ¡y ya eran las ocho! O corríamos o “tejidos Marina” (tienda indispensable para todo buen cosplayer) nos chaparía en los mismísimos morros.
Al final, agotados y algo cansados de encontrar el color perfecto en un jersey o suéter o camiseta y no en una camisa de caballero, cogimos una azul (que además iba con corbata, olalá) que nos había llamado la atención anteriormente y hala, a la calle a correr.

Bestia refunfuñaba por el camino porque la camisa no le convencía nada, y yo porque las tiendas iban cerrando a nuestro paso, como si fuéramos Carmen Polo de Franco en busca de un collar gratis.

Nada, Tejidos Marina había chapado, así que de telas nada. Y, obviamente, con ella todas las mercerías y tiendas de accesorios donde podríamos encontrar los últimos detalles para completar nuestros atuendos.

O sea, que de una lista de:

-Camisa azul
-Tela azul y cuero negro
-Camiseta azul claro
-Pantalones marrones
-Cinta amarilla
-Enganches de extensiones
-Botones
-Gomaespuma
-Cordones
-Anillos
-Pendiente falso

Sólo podemos tachar la camiseta, y los pantalones, y como mucho los anillos. La camisa la vamos a devolver mañana porque costaba un ojo de la cara (casi 40€) y no estamos dispuestos a coserle encima y estropearla. Y respecto a los anillos… si conseguimos arreglarlos, se quedan y si no, pues nada.

Ahora estamos los dos con los pies reventaditos y haciendo listas mentales de compras para mañana, en las que de tres a cinco tengo que estudiar latín como una loca poseída por Satanás (los poseídos hablan en latín, qué quieres que le haga, todo el mundo lo sabe) y el resto de la tarde, comprar y coser.

Me encantan los cosplays de última hora xD

PD: He tenido que colgarlo el jueves morning porque anoche el pc estaba cabezota.