El despertador sonó insistentemente y lo apagué de un manotazo, dándome la vuelta en la cama. ¿Para qué lo había encendido tan temprano? Sólo eran las tres del mediodía.
Sin embargo, mi estómago comenzó a rugir y mi vejiga a recordarme que hacía más de ocho horas que no orinaba.
Me levanté con cierta dificultad, quitándome el gorro de dormir, y salí por la puerta sorteando cajas hasta entrar en el baño.
Después de hacer pis, recordé el motivo de despertar a tan temprana hora: acababa de mudarme y tenía que decorar aquel piso.
Me puse un pantalón de chándal (el único que tenía), una camiseta de tirantes, un pañuelo en el pelo, abrí todas las ventanas y amontoné las cajas en un rincón.
La noche anterior había dejado las pinturas distribuidas por las habitaciones a pintar y las brochas alineadas cual bisturís en una operación quirurgica.
Tras encargar comida china en un chapurreado italiano, me puse manos a la obra.
A media tarde el salón ya había sido pintado y la cocina limpiada a fondo, pues tenía mierda en las baldosas del año que la pidieras.
Saqué las cajas de mi habitación y la pinté también, aprovechando pintura sobrante para hacer algún dibujo que me quedó mal. Nunca había aprendido a dibujar, así que volví a pintar por encima, frustrada.
Cuando, sobre las siete de la tarde comprobé que la pintura del salón ya se había secado, comencé a empujar los armarios hacia la pared y a hacer agujeros en estas con el taladro para colgar las fotos que, previamente, había enmarcado. La verdad es que salía realmente guapa. Algunas eran recortes de revistas y otras pertenecían a mi book, pero todas eran igualmente bonitas.
Sobre las ocho ya había terminado de colocar las cacerolas en su sitio, había cenado (las sobras de la comida china que había merendado) y me encontraba metiendo enaguas y faldas en el armario. Qué bien haberme acordado de comprar perchas la tarde anterior.
Cuando me estaba duchando, reventada después de un día tan sumamente intensísimo, escuché la puerta de Yashiff abrirse y una exclamación de "¿pero qué coño...? ¡Claudia!".
Me apresuré a aclararme el cabello y, envolviéndome en mi albornoz, salí al salón.
-¿Qué? ¿No te gusta?
-¿Y todas esas fotos? ¿Es la casa de un fan tuyo o qué? -Preguntó con aspereza, mientras avanzaba a la nevera.
-Bueno, algo de decoración... ya pondré otro tipo de cuadros conforme los vaya comprando.
Sacó una bolsita de estas de las transfusiones de sangre y la abrió, dejando caer su contenido sobre su boca mientras yo avanzaba hacia su habitación y arrastraba con facilidad el sofá, la mesita y el sillón que había metido ahí para más comodidad con la pintura. Los coloqué en mitad de la habitación y lo observé todo, satisfecha.
-Bueno, cuando deshagas las cajas de tu cuarto, estaremos oficialmente instalados -dije, sentándome en el sofá, con aspecto cansado. Después, añadí con sarcasmo- ¿salimos a celebrarlo?
-¿Por qué no? -Preguntó él, con una media sonrisa en su boca teñida de rojo- ¿Vamos a un restaurante caro y encargamos Don Perigdon?
-Ja-ja, qué gracioso -me metí en mi habitación y saqué un sencillo vestido negro del armario y unas sandalias planas. Me sentía tan cansada que pensé que no soportaría unos tacones.
-¿Vas a salir al final? -Me preguntó mi nuevo compi de piso.
-Sí, a tomar algo, ¿quieres venir?
-Paso, acabo de cenar.
-Vale.
Bajé a un bar de la plaza que había bajo nuestra finca y pedí un mojito. Me apetecía algo fresco, pues hacía una noche calurosa y, por el olor a pintura de mi habitación, tendría que dormir en el sofá.
Al rato se me acercó un chico más o menos de mi edad, Paolo. Camisa abierta con cordón de oro al cuello y pecho depilado. Puaj.
Traté de quitármelo de encima con un par de frases cortantes, pero el chico no se dio por enterado. Al final acabé dándole mi número de teléfono mientras trataba de huir de él, que se empeñó en acompañarme a casa.
Cuando se fue con la moto, me apoyé contra la puerta del portal, derrotada, y alcé la mirada instintivamente. Yashiff miraba hacia la carretera distraídamente.
Aquella noche dormí en el sofá pese a las burlas del vampiro. El chico nunca me llamó, ni volví a verle en el bar.
OUT: Bueno, me aburría y pensé que podría escribir algo. Como no sabía muy bien el qué, pensé que podría escribir cuando se instalan. Claudia es rapidísima, creo que le pondré celeridad en la ficha o algo xD En fin, no es nada demasiado allá, pero toda vida tiene capítulos aburridos.
Jo, éste lo he tenido que rebuscar entre los archivos, porque ya no estaba a la vista. Y yo sabía que estaba, pero hasta hoy no he tenido el tiempo de ponerme a leer.
ResponderEliminarQue sepas que me encanta como escribes. Y la historia. Me encanta la historia. Fíjate que sólo es una pequeña escena, pero dan ganas de seguir leyendo. Por favor, cuando tengas ratitos, tienes que seguir con este par…