lunes, 13 de julio de 2009

Picnic perruno

Bueno, aprovechando que hacía un buen día y que me moría de ganas de ir de picnic (adoro los picnics) decidimos presentar a Nala y a Luna la una a la otra a ver qué tal se llevaban e ir a pasear con ellas. Lo de pasear es una manera de hablar, porque Luna, hasta la semana que viene no puede pisar la calle, como quien dice. Así que aprovechamos mi sucia y hajada mochila de clase para meterla dentro y llevarla. Aquí está Luna tomándola con el pingüino de peluche que le dimos para que jugara como una leona.

El camino de casa de Bestia a mi casa fue un suplicio. Un domingo a las doce de la mañana en un camino carente de árboles con una perra que desprende calor justo desde la barriga hasta el pecho, no me digáis que no parece poco alentador.
Al llegar a mi casa quisimos morir del gusto por el fresquito que hacía.
Dejamos a las perras conociéndose, y por lo visto a la Hembra Alpha (Nala) no le hizo gracia una nueva integrante que además le mordía el rabo juguetonamente.
Al principio se olisquearon la una a la otra con curiosidad, pero luego la curiosidad dejó paso a la sensación de amenaza, porque no parábamos hacerle carantoñas a Luna (es un cachorro, qué se va a hacer) y Nala nos ponía cara de "¿y yo qué? Bueno, da igual, no os necesito".
Y cuando nos despistábamos, le gruñía, ladraba o la amedrentaba. Aquí está Nala en plan "Este es mi territorio, pequeña, y en mi territorio no aceptamos a perros de color".

Después de hacer los bocatas pusimos rumbo hacia el antiguo cauce del río Turia para instalarnos allí con nuestro picnic.
A Nala la atamos al árbol más cercano para que no persiguiera bicicletas o asustara a los niños que había jugando a nuestro alrededor. Porque estará vieja, pero es una perra muy juguetona. A Luna, por contra, la instalamos con nosotros sobre el mantel y estábamos muy pendientes de ella para que no se saliera, no fuera a pillar una enfermedad o algo siendo tan pequeña.
Les pusimos sus correspondientes comidas en varios tuppercitos y nos tiramos a comer tranquilamente. A las tres, cuando la gente había desaparecido huyendo del sol, soltamos a Nala, que comenzó a pastar de forma pasota por la hierba. Durante todo el picnic se mostró reacia a que la acariciáramos o le hiciéramos mimos para compensarle el cariño que le profesábamos a Luna.
Y ahora el chaparrón de fotitos.

Luna tiene una curiosa y cómica manera de comer dentro del tupper.

Esta foto es, sin duda, una de las mejores que tiene Nala. No sé qué estaba haciendo, pero es tan graciosa, cuando la he pasado al pc me he reído durante un buen rato.
Nala se puso guarrísima de hierbajos y cosas así, y la tía lo disfrutó como una enana.


Y ya está. ¿Verdad que mis tres perros son amor?

2 comentarios:

  1. no soy amor T.T soy una horrible persona!!! que diga...un perro horrible!! xDDD
    que risas de picnic

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  2. Son guapísimas!!! La peque es una monería, joder. Y es que los cachorros son así. Adorables.
    Me encanta la foto graciosa de Nala. Desde luego es la caña.

    Ains, me encantaría poder tener un perrillo para sacarlo de picnic y a pasear. Con lo andarines y campestres que somos. Y en cambio, es ver uno y ponerme a morir con la alergia de los cojones.

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