jueves, 30 de julio de 2009

¡Te odio!

Le odio, señor Jostein Gaarder, es usted un hombre sumamente cruel.
No tiene suficiente con hacer un libro sobre un pederasta que le escribe cartas sobre conejos saliendo de chisteras a una pobre niña hasta confundirla y hacerle ver que sólo es un personaje de un libro que le escribe un señor a su hija para darle clases de filosofía. ¡Si sólo tiene catorce años! ¿Sabe usted el trauma que le habrá creado a las pobres niñas? Sí, sí, a las dos. A la ficticia y a la "real".

Pero no sólo eso, si no que además es un tochazo infumable de 633 páginas donde usted intenta resumir toda la historia de la filosofía. No podía haberse reducido a un sólo filósofo, o a una corriente filosófica. No, toda la historia de la filosofía.
Ah ¿que usted pensaba que no haría ningún mal con ese libro? No, claro que no. Pero antes de decidirse a publicarlo debería haber pensado en mi profesora de filosofía, hombre. Ya, ya sé que no la conoce, y qué suerte tiene, canalla. Lo siento, sin faltar, tiene usted razón.
Qué suerte tiene, señor.

¿Que qué ha hecho? Nada, intenta hacer que leamos unas cien páginas a la semana. Sí, sé que eso normalmente no es un problema para mí, y el primer capítulo hasta se me hizo interesante. Pero intente leerse cien páginas a la semana durante tres meses, durante los cuales una mujer mayor con un problema grave menopausia y mental le torturará cruelmente. ¿Que no suena tan terrorífico? Claro, usted no la conoce. Si esa mujer hubiera sido Pizarro o Hernán Cortés, ahora mismo en sudamérica no habría ni un solo criollo. Sólo españolitos puros y duros.

Pero regresando a las cien páginas semanales, fue una tortura dura pero conseguimos sobrevivirla para poder pasar a otra cosa. Pero cuando ya pensaba que había conseguido librarme de su libro (válgame la redundancia) resulta que me cae filosofía para septiembre y tengo que releerlo. Es más, tengo que ¡estudiarlo!

Señor Jostein Gaarder, sé que usted sólo quería hacer un libro que enseñara filosofía a los jóvenes, y me parece algo muy loable pero...
¿por qué dio su consentimiento para que lo tradujeran al castellano y al valenciano?



Le odio, señor Jostein Gaarder. Pero sólo los días pares.

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