martes, 25 de agosto de 2009

Accidentillo

Os contaré lo más tonto y doloroso que me ha pasado últimamente, queridos lectores inexistentes. Pero como todo buen relato, debe comenzar por el principio; ¿cuál? Os preguntaréis. ¡Pues por el principio de los tiempos!

Mi padre tiene una prima en su pueblo natal, al sur de francia, y esta prima tiene dos hijas. Vinieron hace un par de años a conocernos y pasar unas cortas vacaciones. El caso es que aprovechando que la buena mujer tiene vacaciones de nuevo, han decidido volver, y como mi habitación es la única que tiene dos camas, me han trasladado a la otra para que yo duerma en un colchón en el suelo y ella sobre mis camas.

El caso es que la habitación del pc, que es donde duermo ahora, no tiene luz porque tengo una maldición con la lámpara del techo, así que se me ocurrió la fantástica idea de coger la lámpara de hierro forjado de mi otra habitación y ponerla en el escritorio sobre mi cabeza para tener luz para leer por la noche y esas cosas.

El caso es que la noche del incidente estábamos More y yo charlando tranquilamente, tumbados sobre la cama, cuando no sé qué diantre hice con el brazo que le pegué un tirón accidental al cable que iba de la lámpara al enchufe, y noté que se desplazaba. Levanté un brazo para ponerla en su sitio cuando ocurrió lo inevitable: me cayó en toda la cara.

Yo quise hacer como si nada y continuar la conversación, pero el entumecimiento de la nariz y la ceja dio paso a un dolor bastante agudo y bastante paralizador, en el que me sentí un tanto tonta y un tanto desfigurada.
Como la luz se había ido por completo (la de la lámpara en cuestión y la de mi cabeza), Bestia insistió en que fuéramos al comedor para ver mejor lo que me había hecho, pues yo no separaba las manos de mi cara, por si acaso me había convertido en un monstruo horrible. Bueno, en realidad no separé las manos de mi cara porque me daba la impresión de que si lo hacía se me iba a caer a cachos.

Cuando por fin pudo verme, vio que mi tabique nasal tenía una herida que sangraba profusamente y me llevó al baño para curarme, donde vi que mi ceja engordaba por momentos, como un pavo en navidad. No pude soportar la situación y me puse a llorar (¡era una situación tan patética!) mientras me desternillaba de la risa pensando lo que diría Gonzalo, pues días antes me había reído de un accidente suyo similar (el suyo fue jugando a las tinieblas y se dio contra la mampara de una ducha). Como dice Bestia, soy la única persona del mundo que puede llorar como una magdalena mientras se ríe a mandíbula batiente. Soy espacial, qué le voy a hacer.

El caso es que ahora que la hinchazón de la nariz ha bajado bastante ya no me molesta mucho (antes se me clavaban las almohadillas de las gafas y era una tortura insoportable) y bueno, ahora puedo alzar las cejas y, en general, moverlas, sin sufrir un daño demasiado terrible. Y tengo una anécdota bastante divertida para contar, aunque en el momento tenía un susto demasiado grande en el cuerpo como para haberla apreciado bien.

Nep está dejando el modo Quasimodo para ir al modo herido de guerra. A ver si me pongo en modo C.S.I para encontrar partes de mi ceja en la susodicha lámpara.

Hala xD

3 comentarios:

  1. xDDDD
    Neee, que todo te pasa a ti, jo
    Eres gafe eh?
    Menudo susto se llevaría el pobre More al ver tu cara sangrante.

    ¿Te quedará cicatriz? Recuerda que las cicatrices molan!!

    A ver si quedamos, neeeeeee T^T

    Un besitooo

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  2. pásate x mi blog. que pongo musiquita xD

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