jueves, 6 de mayo de 2010

Isis

El entierro se había efectuado aquella tarde, bajo la brillante luz del Círculo Solar. Sin duda, Amón estaba enviando fuerzas a su padre para que su espíritu consiguiera salir de la pirámide y llegar con sus antepasados al reino de los cielos.

Isis había decidido que la coronación se efectuara inmediatamente después de que sellaran la cámara funeraria. Sus consejeros, meros eunucos amargados, habían insistido en que aquella decisión no era en absoluto conveniente, pues podría molestar al pueblo, dolido por la muerte de su faraón. Ella, molesta, les había respondido que no esperaría que un descendiente varón viniera a robarle el puesto.

Cuando amenazó con llevarlos a azotar, los consejeros decidieron callarse y comenzaron a organizar su coronación.

Por fin Isis, la que llamaban así porque, por belleza, podría ser la reencarnación de la misma diosa, era la Faraona del Imperio Senpet, y nadie podría enfrentarse a ella.

Complacida por su nuevo cargo, organizó una junta con sus consejeros el día posterior a su coronación, y dispuso que se sentaran con ella, entre los cojines, para establecer las condiciones del nuevo reinado.

-Veréis –se acomodó la mujer, en una posición sensual que dejaba al aire sus piernas morenas. Algunos consejeros la miraron con deseo mal contenido. Especialmente Ahmose; Isis recordó, complacida, la época en que comenzaron a salirle los pechos, y ella chantajeaba a Ahmose con tocárselos mientras la escondiera de su institutriz.

-Veréis –repitió, volviendo al asunto que les ocupaba- ahora que mi padre ha muerto, Amón lo tenga en su reino, creo que deberíamos aprovechar para hacer que nuestro imperio sea el más poderoso de todos, anexionarnos a los derrotados Yodotai y…

-Pero mi Reina –balbució uno de los ministros, ella le fulminó con la mirada, pues odiaba las interrupciones- los Yodotai ya no son un pueblo belicoso, y nunca someterán su democracia a una monarquía.

-Los Yodotai poseen en su imperio un pueblo especialmente belicoso, dicen que su instrucción militar empieza a los siete años. Si se les obliga, seguro que recuerdan esa forma de crianza. Por otra parte, estoy dispuesta a sitiar sus tres puertos principales hasta que se rindan. Ya se sabe que su principal economía viene del comercio marítimo.

-Pero mi Reina, el último consejero de guerra murió el año pasado, no sois experta en el arte de la guerra, y como estamos en paz, vuestro padre no consideró necesario que…

-Mi padre está muerto –respondió Isis, levantándose cuan larga era. Las cuentas que colgaban en los extremos de su elegante peluca trenzada golpetearon contra su cuello- y ahora soy yo la que mando. Mis informadores me han dicho que mi hermana es una guerrera, y tengo entendido que en el Imperio Esmeralda tienen una buena instrucción militar. Tiene sangre Senpet y debería estar aquí, así que la traeré y ella será nuestra ministra de guerra.

-¿¡Una mujer!? –El más anciano consejero se levantó, indignado. Provenía de Medinaat at Salaam, y nunca había estado a favor de que Isis subiera al trono. La faraona le miró con repulsa, recíprocamente a la mirada del consejero.

-¿Tienes algo que objetar, Ashraf? –Isis se inclinó ligeramente hacia él, dejando el nacimiento de sus senos al aire.

-Alteza –el hombre pronunció la palabra casi con asco- las mujeres saben más de partos y joyas que de la guerra. No estoy de acuerdo con vos, no debería ser vuestra hermana la que dirigiera la guerra.

-Que yo sepa, tú nunca has cogido un sable, y mi hermana lleva jugando con espadas casi desde que nació. Así que por esa regla de tres, ponte a cuatro patas y déjate fecundar por Akhom –la reina señaló a un esclavo que sostenía una bandeja con dátiles. Este esclavo era famoso en la corte por su enorme miembro viril, por lo cual era el favorito de Isis.

Los otros consejeros rieron entre dientes y Ashraf se sentó, humillado.

Finalmente se aprobó que Isis viajara al Imperio Esmeralda para convencer a su hermana, y la junta se disolvió. Al anochecer, Isis ordenó que le llevaran a Ashraf unos dátiles como señal de disculpa por su comportamiento.

Al día siguiente, el fiel consejero había muerto, aparentemente atragantado con un fruto. Isis decidió que el cargo que ocupaba no era importante y negó a su hijo Bachir, el cual también la odiaba, que ocupara su puesto.

La faraona se sentó en el trono aquella mañana y ordenó que comenzaran la construcción de un sepulcro digno de la primera mujer que llegaba al trono. Complacida, casi excitada, se removió sobre su asiento real y disfrutó de la vista desde allí. Comenzaba una nueva era para el imperio Senpet, y ella estaba dispuesta a que recuperara el esplendor incunable que siempre le había caracterizado.

Sonriendo, decidió dejar sus quehaceres diarios durante un par de horas y llamó a Akhom para que la atendiera en su dormitorio. Necesitaría estar relajada para reinar.



PD: El pajarito se murió. Iba a anunciarlo More pero le da pereza actualizarme.

1 comentario:

  1. >.< esque me da mucha perecita escribir >.<
    sorry.
    te amo mucho ^^

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