martes, 29 de junio de 2010

Cual Cirano de Bergerac

-Mis damas, mis caballeros, ¿les puedo pedir de su tiempo?
-¿Tiempo nos pide o dinero?
-Tiempo primero, me temo.
-Lo tiene pues caballero.
-Lo tengo y os lo agradezco. Verá, no ha mucho tiempo que observo que presto se acerca el momento en el que un gentil caballero, armado tan sólo con versos, consiga probar como premio la miel del reconocimiento.
-¿Reconocimiento? No entiendo. Bien sabe mi buen caballero que no son ni uno ni cientos los que habiéndole visto en concierto mostraron su hondo respeto.
-Es cierto. Y Dios mismo sabe que albergo profundo agradecimiento por cada uno de ellos, pero...
-¿Qué pero?
-Bueno, es un pero pequeño. El pero pequeño que siento de no ver reflejo en los medios.
-¿Y no pueda ser, caballero, que el hecho de haber hecho de esto, que antaño fuera recreo, el medio de su sustento lo que no le tenga contento?
- No, si contento me siento, prometo; contento y bien satisfecho, es sólo que alojo el deseo de hacer con mis versos más conversos para el movimiento.
-Ay, mi señor, no le entiendo.
-Ay, mi señora, la creo. Y es por eso que loco me siento.
-¿Y es que no es eso lo que son los genios?

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