lunes, 5 de marzo de 2012

Cromel

Bueno, ayer terminé de vivir las Cromel más decepcionantes de mi vida.

Pero comencemos por el comienzo. Finalmente, y viendo que no me sentía capaz de hacer los hakama yo sola, More y yo decidimos encargarlos por internet, mientras los de la página web juraban y perjuraban que nos llegarían antes del sábado. Así que nos sentimos bastante tranquilos en ese aspecto.
El viernes, con todo el disfraz terminado, decidí no salir de casa por si llegaba el cartero y nos dejaba el papelito. Total, que me podría haber muerto esperando, porque estamos a lunes y del cartero ni rastro. Pero esa es otra historia, esperad y os la contaré, niños.

Por si acaso, escribí a la tienda que nos enviaran el número de envío para tener un seguimiento y saber si nos iba a llegar, cuándo teníamos que esperar, y eso. Pero no hubo respuesta. No hubo ni sigue habiendo.

Total, se hace el viernes noche y More y yo estamos que saltamos con los de la tienda online, hasta que se me ocurre mirar el email que me enviaron en plan "estos son tus datos y lo que has pedido, para que te cerciores de que está bien", y resulta que en el formulario de envío no había añadido ni mi número de puerta ni mi portal. Sólo estaba mi nombre, mi calle y el código postal.
Total, que ahora entendemos por qué todavía no había llegado. Pero vaya, estaba casi segura de que si bajaba a correos y les explicaba el caso, podrían habérmelo dado, porque el código postal, la calle y tal, es suficiente como para que, por lo menos, llegue a la sede de correos de mi barrio.

Con la decisión de bajar al día siguiente, revisé otra vez el mail y apunté todos los datos que salían, para enseñárselos a los de correos en caso de necesidad. Sin embargo, encontré algo que me hizo sentirme todavía peor. No había cambiado el número de la talla del hakama que iba para More -aunque estoy segura de que lo hice-, y tenía la talla que me encajaba a mí.
Ahora sí que sí, por mucho que me llegara el envío el sábado por la mañana, no íbamos a poder disfrazarnos de todas formas.

Total, hecha polvo y envuelta en un mar de lágrimas, More me llevó a dormir a su casa de la Pobla, y al día siguiente, sin disfraz por primera vez en cuatro años, fuimos a las cromel.

Y qué decir que fue como poco... patético. Y no por las jornadas en sí, sino porque... bueno, nos hizo darnos cuenta de que nos habíamos hecho mayores.
Quiero decir, antes, cuando iba a unas jornadas, por lo menos conocía a la mayor parte de la gente de vista, y encontraba a bastantes amigos a los que saludar. El sábado no conocía a nadie. Y no sólo no conocía a nadie, sino que por lo menos les sacaba cuatro años a todos. Y no contento con eso, iba vestida con una mini falda de tartan y unas botas altas, lo que vestían la mayor parte de las niñatas de catorce años que vi. Iba como una goticucha de catorce años. Me quería morir.
Total, que como More sintió exactamente lo mismo (excepto por lo de la falda de tartan. Él se la dejó en casa (xD)), los dos nos sentimos doblemente peor, ya que nos dimos cuenta de lo mayores que nos hemos hecho para este tipo de jornadas.

En fin, habrá que replantearse la asistencia del año que viene.



PD: No sólo no conocía a nadie, sino que además no conocía ningún manga del que la gente hacía cosplay. Me estoy quedando totalmente desfasada.

3 comentarios:

  1. nos hacemos mayores.

    A la proxima no la lies :P

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  2. Cuan identificada me siento con esto... Al final he dejado de acudir a este tipo de eventos porque me hacen sentir fatal conmigo misma en plan: "que narices estoy haciendo con mi vida"

    Deberíamos hacer unas jornadas para viejunillos ^_^

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  3. Eso dije yo, jornadas para mayores de veinte años xD

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