Problemas

Y no es que tenga problemas aquí y ahora, sino que lo más gracioso es que tengo un montón de problemas en la partida de rol que estamos jugando, mastereada magistral y duramente por Serenity. Master de mis horrores.

El caso es que estoy (cuando hable en primera persona, no me refiero a mí misma, sino a mi personaje) planificando una fiesta que debe ser la envidia y comidilla de todos los habitantes del París nocturno de 1666, debe, si no superar, al menos igualar a las fiestas de las arpías, de La Rosa y la Condesa Tatiana Andrassy. Estoy sometida a tanta presión, todo debe salir bien, la fiesta debe ser impresionante visualmente y divertida, llena de entretenimiento. Pero no soy capaz de idear ni uno solo. A parte del impedimento que supone la época y el hecho de que los invitados sean vampiros (por lo cual, jugar "al pañuelo" como se hacía antiguamente o bailar un minué, igual les resulta aburrido o fuera de lugar), es que simplemente no soy una buena organizadora de fiestas. Me gusta la decoración, y es evidente que, tanto ésta, como la temática, están elegidas desde hace tiempo, pero en lo que respecta a las actividades... También está el asunto de saber si es legal, o vas a ofender a otros clanes (yo había pensado en un hostigamiento de osos, pero igual los Gangrel se mosquean...).

Por otro lado he topado con un gran problema, el gordo cabrón Louis Frémont. Un toreador traumatizado por la corte capaz de hacer que un vampiro entre en frenesí sólo por probar la sangre de alguien que ha comido sus platos. Y el mamón no quiere hacerme de chef. Bueno, sí quiere, a cambio de que humille a dos importantes arpías en mi fiesta, y de crear algún tipo de vínculo entre él y yo, o mi marido. Y eso sí que no. Si humillar a las arpías me resultaba difícil, aunque gratificante (oportunamente, ambos son enemigos míos), inventar rumores de flirteo o hacer que mi marido Leonardo se haga el amiguito con él es totalmente imposible. Con lo que nos está costando conseguir un lugar en la Camarilla de París, y estar mejor reconocidos en la Corte, no vamos a echarlo todo por la borda uniéndonos a una lacra social como lo es este cocinero.

La solución estaría en ofrecerle un término medio, algo que nos satisfaga a ambos, pero ¿el qué? Tenía que haber pedido saber sus secretos.

Y por otro lado, y mucho más importante, con el Sabbath hemos topado. Se supone que soy un agente doble entre la Camarilla y el Sabbath, haciéndoles creer al otro bando que estoy infiltrada en el contrario. Supongo que, tras codearme con los animales del Sabbath, soy completamente Camarilla, pero siempre creo que debería tener un as en la manga, amén de que haciéndome con alguna posición de los anarquistas estaría más cerca de mi sire, Lord Leopold, a quien podría matar más fácilmente (aunque claro, más fácilmente no implica que sea fácil, ni mucho menos). Y ha sido eso, precisamente, lo que me ha metido en el lío en el que estoy ahora. Por lo que sé, parece que todos los miembros que quedan libres o vivos de La Conspiración de Isaac se están dirigiendo hacia París para dar algún tipo de golpe, y el propio Lord Leopold, tras años de búsqueda e insistencia por mi parte, ha elegido justo este mismo momento para pedirme que me una a él en vaya-usté-a-saber-qué. ¿Y ahora qué hago? La única que sabe oficialmente de este trapicheo es la Justicar Toreador, Violetta, que está fuera de la ciudad. Si me ven haciendo cosas malas con el Sabbath y me cogen, me matarán. Pero si no hago nada, serán los Sabbath quienes lo hagan. Creo que intentaré convencerles de que estoy metida en algún asunto muy delicado de la Camarilla, que está a punto de ver cómo sus cimientos se tambalean, y de que no es un buen momento para atacar. Y si consigo convencerles, habré ganado tiempo para pensar algo mejor.

Claro que, en la lista roja ya no tendré que preocuparme por Louis Frémont.

Me cague'n la mare que em va parir.