viernes, 31 de mayo de 2013

Horse Birthday!

Ya, ya sé que han pasado dos mesezacos desde mi cumpleaños, ¡pero es que no he tenido todas las fotos hasta hace poco!
El día empezó... bueno, empezó por la noche. Tuve horribles pesadillas y me desperté muy enferma y con mucha ansiedad, así que desde aproximadamente las cuatro de la mañana estuve en el sofá viendo la tele, hecha polvo. Sólo a partir de las siete pude dormir a ratos. Incluso me planteé la idea de cancelar la comida familiar (celebrábamos mi cumpleaños y el de mi iaia, que es unas semanas antes que el mío).

Sin embargo, More no paraba de repetirme "venga, va, vístete, ponte algo cómodo, y nos vamos a dar una vuelta" y yo "que me dejes, me duele el estómago, tengo ansiedad =__=".
Finalmente, mis padres me comieron la cabeza también, así que me convencieron para que me duchara y me pusiera un chándal.
Como More se había torcido el tobillo la tarde anterior, y lo tenía bastante mal, yo no dejaba de repetirle que nos fuésemos a urgencias a que se lo miraran, pero no sé cómo, al final acabamos en el barrio de Alboraia. Él me decía que iba a ir al ambulatorio de allí, ya que se había equivocado de camino.
Sin embargo, paramos para desayunar en una cafetería, y me llevé la primera sorpresa: ¡Bego y Toni estaban allí! Desayunamos juntos, y entonces me llevé la segunda sorpresa: ¡Iba a ser tía! Al parecer, Bego se había hecho la prueba la noche anterior, y descubrió que estaba embarazada. Una doble sorpresa muy agradable.

Nos metimos todos en el coche con la intención de ir... bueno, no lo recuerdo. Estaba superfeliz de haber desayunado tan agradablemente con esta gente, y lo que no me esperaba es que las sorpresas continuaran, ya que llegamos a un sitio donde daban clases de equitación, ¡con las ganas que tenía de aprender a montar a caballo! 
Sin embargo, como More se había torcido el tobillo, y Bego estaba embarazada, ninguno me podía acompañar a montar, así que iban a estar de espectadores. Casi peor, porque hice un ridículo horroroso.

Este era el caballo. En las fotos no lo parece, pero era bastante grande. Se llamaba Poli, porque había sido un caballo de la policía.

Hacía un poco de viento, así que el caballo se ponía nervioso de vez en cuando, lo que no ayudaba a mi propio nerviosismo. Pensaba "si ve que estoy nerviosa, igual me tira al suelo", y casi era peor.

 Me enseñaron a poner los pies en los estribos y a que, pese a lo que yo pensaba, no te debes sujetar al caballo con las riendas, sino con los muslos. 

Hicimos unos pocos ejercicios para que cogiera confianza, y comenzara a tener una buena postura.
Y no podía faltar la foto cachonda. No sé si es que el entrenador me vio demasiado tensa o qué, pero me dijo que me cogiera al cuello del caballo y cerrara los ojos para sentir su paso y habituarme a él. Y claro, no podía faltar la foto de mi culo en pompa.

Atención a mi pose de Barbie Jinete.

Yo pensaba que montar a caballo era un vínculo entre el animal y su jinete, algo puro y natural, con una fidelidad y confianza absoluta. Pero no, los caballos destilan odio. Odio hacia ese ser que se atreve a poner su culo en su espalda. Menudas hostias que me metía en el culo cuando empezó a ir al trote, era como si estuviese viviendo una sesión de sadomaso y alguien me diera unos azotes con una tablón de madera. 

Hubo un momento que me entraron ganas es de decir: "¿y no puedo bajarme y acariciarlo y ya está?". Pero no, se me pasó por la cabeza que para ser una auténtica Rohirrim, tenía que saber cabalgar. Y me mantuve firme. Eso sí, los moratones en el culo (verídico) me duraron casi una semana. Ahora entiendo por qué Daenerys estaba tan hecha polvo en sus primeros meses como Khaleesi...

 Y claro, mientras, More, Toni y Bego, muertos de la risa. Malditos...

Después de aquella sesión de tortura sadomasoquista zoofilica, More y yo nos fuimos a mi casa, ya que teníamos comida familiar.
Comimos tranquilamente, y a la hora de dar los regalos, di el que había preparado para mi iaia: un álbum de fotos personalizado, con fotos de su familia y su juventud, decorado por mí.
Y yo que pensaba que era el regalo que iba a triunfar, pero no. Como sorpresa, toda mi familia había puesto dinero para comprarme una cámara de fotos, ¡de las de verdad!
Incluso mi tío Paco, que está malito y vive de mi iaia y de la paga del estado, puso dinero para mi regalo.
Me llegó al alma, y os juro que casi se me saltaron las lágrimas.

Total, que después de esta escena tan emotiva, y de una copiosa comida, More me dijo que fuésemos a estrenar la cámara de fotos a San Vicente de Llíria, un parque al que me encantaba ir de niña a hacer picnics con mi familia o con los amigos.
Yo pensaba que, como la luz se estaba yendo, igual era un poco tarde para hacer fotos, o que saldrían todas quemadas, pero no me importaba, ¡quería lucir mi cámara nueva!
Y allí llegó la sorpresa final ¡estaban todos esperándome! Bego, Toni, Vicente, y sus perros, Newton, Beltxa y Mina.

Total, que me habían organizado una gymkana de Dragon Ball. Me pillaron un poco en bragas, porque aunque había releído los manga recientemente, bajo presión me pongo muy nerviosa, y se me olvidan las cosas >0<
Total, el asunto iba así: Me iban a dar una pista, y a partir de estas, tenía que ir encontrando todas las Bolas del Dragón, las cuales, por otro lado, iban a contener una pregunta o prueba para poder conseguir un regalo cada vez.

Como es de esperar, la primera bola que encontré, fue la número uno.

Y tras ella había una horrible prueba... ¡tenía que imitar la formación de las fuerzas especiales Ginyu! ¡Cómo iba a acordarme de eso!

No me acordé, pero al menos lo intenté.

Hubo muchas otras pruebas, entre ellas, preguntarle a cualquiera del parque cómo se llamaba el abuelo de Son Goku. Sorprendentemente, un chaval un tanto cani, fue muy amable, y cuando se acordó, me llamó a gritos y todo para decírmelo.

También tuve que hacer toda clase de cosas para recuperar según qué bolas. Esta en concreto estaba metida en una fuente cuyo alrededor estaba inundado de agua. Y aunque parezca increíble, alguien se la había llevado antes que yo. Es impresionante lo rata que puede ser la gente. 

Los regalos consistieron en una funda para la cámara de fotos, una tarjeta de memoria, muchos ponys (¡mogollón de ponys!) chocolate (que compartí con Vicente porque me ayudó a recordar los movimientos del baile de la Fusión), un vale por una noche de sexo (que perdí u.u) y un vale para una invitación en el japonés (que también perdí, pero no pagué).

Regresamos a casa para descansar un rato y echar una buena siesta antes de ir a cenar a un restaurante japonés que hay en el centro comercial El Osito. No perdimos la oportunidad de estrenar la cámara haciéndole fotos a Luna.


Después nos fuimos a cenar al Japonés, donde Javi se reunió con nosotros. Pero estábamos tan sumamente cansados, que simplemente cenamos, casi en silencio. La cena estaba deliciosa, por cierto. Me hubiese gustado haber hecho fotos. 

En fin, después de un día tan sumamente movidito, sólo puedo agradecérselo a quienes lo hicieron posible. Para empezar, mi chico guapísimo de la muerte, que es un encanto, y todo lo que tiene de tipo duro, lo tiene de corazón. 
Y Bego, Toni y Vicente, que son de las mejores personas que he conocido en mucho tiempo.




2 comentarios:

  1. Estuvo muy divertido, pero acabamos derrotados.

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  2. Y tanto, por la noche dormimos como benditos.
    Lo que me sabe mal es que Bego no salga en ninguna foto

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