Burrocracia

Día 5 (29-09-2013) Continuación 

Alex vino muy oportunamente a por mí porque estaba muy de bajón en aquel momento, así que nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo a buscar una pizzeria barata para estudiantes. Preguntamos a todo el puto pueblo hasta que pudimos encontrar una (por cierto, buenísima). Una cosa que tienen los italianos es que son muy muy amables, siempre que preguntan intentan responderte en tu mismo idioma, te preguntan de dónde eres, te indican e incluso te llevan ellos mismos al sitio. Total, que estuvimos charrando y estuvo bien, porque estaba un poco saturada de "salir con chicas". Siempre me he llevado mejor con los tíos, qué se le va a hacer.

Después, a la vuelta nos encontramos con una española en la residencia que nos avisó de que estaban haciendo una fiestecilla en una de las cocinas donde unos italianos habían cocinado para todos los españoles de la residencia, y nos acercamos a saludar y charlar un ratillo. Allí nos enteramos que en el año pasado, los anteriores españoles tiraron una nevera por la ventana, y una mampara de ducha. Igual era para que se la cambiaran porque estaba muy guarra. No sé, pero como siempre los españoles dando la nota. En fin.

Día 6 (30-09-2013) Burocracia

Así como decía que los italianos son extremadamente amables y muy agradables con todo el mundo, también digo que son un puto desastre. O sea, hay varias formas de hacer las cosas: por las buenas, por las malas, y a la forma de los italianos: que es por las malas, pero encima más lento. Aquí la palabra "burocracia" toma su sentido más completo. En fin, no voy a entrar en detalles, sólo diré que en teoría las clases empiezan mañana (día 1) y nadie tiene los horarios, ni sabe qué asignaturas cogerse, porque algunas desaparecen y otras son del segundo semestre. 

Total, después de hacer varios viajes inútiles por motivos académicos, por fin he podido enviar las postales que tenía preparadas desde la semana pasada (aquí los sellos son más caros, por cierto), pero tal y como van las cosas por el Lazio, a saber si llegarán. 

Por la tarde me he echado una siesta profundíiiisima y he soñado que era Spiderman en una mudanza luchando contra Venom. No sé por qué cuento estas gilipolleces, pero es que tampoco hago cosas interesantes todos los días. Además ha estado lloviendo intermitentemente desde ayer, para ayudar a la sensación general de depresión. Pero eh, no os preocupéis. Cada día que pasa estoy más animada.

A la hora de la cena me he bajado a la cocina de la -1 y he conocido a un chico de Córdoba que se iba mañana, así que me ha regalado todo su menaje del hogar, o sea que genial. Eso que me ahorro. Súper majo, nos ha indicado en un mapa los mejores sitios para ir, y nos ha dicho que aquí se hace el mejor helado de toda Italia, así que hemos previsto ir mañana, llueva o no.

Y ahora... pues nada, actualizando. Hasta mañana.

Día 7 (1-10-2013) Invasión
Después de perder, de nuevo, la mañana haciendo el monguer de un sitio a otro (burrocracia, ya sabéis), acabo de vivir la situación más bizarra desde que estoy aquí. Estoy sentada tranquilamente en ordenador, en bragas, y de repente llaman a la puerta. Y antes siquiera de darme tiempo a levantarme, entran el conserje y tres tías más a revolverme la cama y abrirme el armario para hacer inventario. Y yo "¡está ocupado!" y ellos "No, no, si sólo es un momento!". Vamos, llego a estar en el baño o en pelotas, y de la gracia que me hace les echo a patadas. Desde luego, no culpo a quien tiró la nevera por la ventana el año pasado. Vaya invasión, de verdad. ¡Ahora tengo miedo de desnudarme en mi propia habitación!
Al final Lorena y yo vamos a pillarnos una nevera nueva. Teníamos pendiente hablar con un chico que nos iba a vender la suya, pero hoy hemos ido a verla y... pfff. Nauseabundo. Todo el interior verde, cubierto de bichos, ¡bichos! Una olor... Le haría una foto para que la vierais, pero es que no quiero volver a abrirla. Total, que para gastarnos 150€ en eso, prefiero comprarme una nueva por 225€ y no me tengo que preocupar de vida interior.
Lo mejor del día fue que por fin pude ver el capítulo final de Breaking Bad. Capitulazo!!
Por la noche cenamos todos juntos tranquilamente en la -1, y por la noche Inma y Cintia me invitaron a su cuarto a seguir viendo Juego de Tronos. Odio el doblaje en castellano, pero me encanta la serie.

Día 8 (2-10-13) Encierro y más historias de terror
Por la mañana por fin fuimos a dejar el contrato de estudios a Relaciones Internacionales, aunque aún no sabemos qué asignaturas cogernos. Y eso que hay gente que ya está empezando a ir a clase. Me estoy empezando a poner nerviosa. Odio cómo funcionan las cosas aquí.
Tampoco hemos encontrado una nevera, aunque por la tarde seguimos buscando. Lo mejor de todo fue que acompañamos a Cintia e Inma a ver un piso (ellas están tan hartas de este sitio que se quieren marchar), y les enseñaron una ratonera totalmente vacía, sin muebles ¡ni siquiera fogones! Yo me moría de la risa.
Nos tomamos un helado (una de las pocas cosas buenas de por aquí), y después me fui a hacer la compra para cenar. Porque me he quedado sin comida. ¡Quién iba a decir que la comida no aparecía sola en el estante! Me atreví por fin a usar los fuegos de la residencia y bej, ahí hay aceite para engominar a Travolta desde la época de Grease hasta hoy. Ew.
¿Lo gracioso? A la vuelta de la compra, como Lorena y yo veníamos cargadas, decidimos coger el ascensor. Vivimos en el segundo piso, por lo que no lo cojo nunca, pero Lorena estaba perezosa. Total, que coincidimos con dos chicos que hay por aquí, andaluces, y en lo que subimos, va y resulta que se queda atrapado. Y yo con mi claustrofobia. Una ansiedad de repente. Qué horror. Luego al salir ha sido una anécdota hasta divertida, pero dentro... ya me imaginaba pasando allí la noche. O peor, que el ascensor se caía. De verdad, me quería morir. Cundió el pánico el tiempo que estuvimos encerrados, unos cinco o diez segundos...
Desde luego, parece que nada aquí funciona como debería...

Día 9 (3-10-13) Bajón otra vez
No hice nada reseñable. De repente, y sin previo aviso, me quedé totalmente chafada y sin ganas de nada. Sentía que me había levantado con el pie izquierdo y que nada me salía a derechas. Así que me tumbé en la cama a dormir todo el día, y sólo salí a cenar un sandwich de Nutella cuando Lorena me dijo de ir.
Los detalles sobre mi estado de ánimo, los tenéis en esta entrada.

Día 10 (4-10-13) Rinconcitos e iglesias

Esta mañana he quedado con Lorena para ir a dar una vuelta por el pueblo y hacer fotos, aunque al final no hemos salido de la misma zona ¡hay tanto por ver! Pegas una patada a una piedra y sale una iglesia; sin contar con los rinconcitos encantadores...

Aunque me siento un poco defraudada, todas las que hemos visto han sufrido una restauración (por no decir reconstrucción) completa después de la II Guerra Mundial, pues por lo visto el pueblo fue bombardeado. Qué rabia.

Luego hemos comido en un restaurante que ponía que llevaba abierto desde el año 1903, lo que nos ha atraído bastante, además de que los precios eran muy razonables. ¿Razonables? Nos han cobrado 4€ por una botella de agua, y otros 4€ por los cubiertos. ¡Los cubiertos! Me los hubiese traído de casa. 

Nos hemos ido tan cabreadas que me han entrado ganas de robarles un salero... tenía que haberlo hecho.

Las fotos de la mañana aquí:

Viterbo: Rinconcitos e iglesias

No soy muy buena fotógrafa (de hecho, no he mirado un manual de fotografía en mi vida, voy improvisando), y no hacía muy buen tiempo, pero bueno, alguna se salva.

Después he dormido un rato la siesta, y ahora estoy esperando a que la lavadora acabe su trabajo para recoger la colada. Miedo me da, porque la hemos puesto un poco al tuntún. Al menos no he metido mucha ropa...
Ya. La ropa, bien. Luego hemos quedado todas para cenar en la misma cocina, y después hemos ido a dar una vuelta por ahí -como es viernes...- Aunque nosotras buscábamos algún pub o algún bar con terracita y música, donde bailar o poder sentarse. Pero parece que aquí es más bien... cogerse un vaso de cerveza o una copa de vino y estar en la calle de pie charlando. Total, que al final fuimos a la heladería de siempre, que tiene terraza y música, a charlar. Estuvo divertido. (Además, vi una camiseta total de Harry Potter, ¡tiene que ser mía!).