"Desde lo alto de las montañas, nuestros cansados viajeros ven la inmensidad de un paisaje precioso, un lugar perfecto para empezar una nueva vida. Sin embargo, no van a estar solos, una pequeña y humilde familia, que llegó antes, espera con ilusión para darles "la bienvenida" a todos".
Así comienza nuestra aventura, un rol en vivo muy sencillo con ambientación Western donde cada uno, con nuestros personajes, buscábamos la manera de abrirnos paso a través del recién fundado pueblo de Jägerville, antiguamente poblado por los indios Pakuna.
Decir que fue una experiencia divertida es poco. Fue tan completa, entre risas, interpretación, trajes bonitos (omg el corsé, menuda tortura, pero me sentía soberbia), parranda, ir de un lado a otro visitando a los demás personajes...
Vivíamos en diferentes cabañas, aisladas unas de otras por caminos y árboles (bueno, quizá no tanto, pero a un largo paseo cuando una lleva un corsé), en pequeños grupos.
Cada uno creamos un himno para nuestras respectivas cabañas, y algunos incluso con coreografía y todo. Todo esto empezó a formar parte del imaginario de la Country.
Durante el día teníamos diferentes misiones y tareas que nos iba encomendando el director de juego, el tercer día tuvimos juegos y por las noches, dejábamos a nuestros personajes de lado para bailar y beber como si no hubiera un mañana.
Mi personaje era Jane Darling, una mujer misteriosa de la que sólo se sabía que era una joven viuda con algunas nociones de medicina, así que se convirtió en la enfermera del pueblo.
Y como tal, tenía que hacerme amiga de las indias Pakuna para que me mostraran el territorio y las plantas medicinales que allí crecían.
Involucrando también a la otra directora del juego, aquí interpretando a la señora Rose Waters, la maestra y fundadora del pueblo.
Juntas, buscamos incansablemente todas las plantas que necesitaba para hacer mis remedios, a cambio de prestarles mi arma y hacerles medicinas gratuitamente.
En las largas mañanas también visitábamos a las demás cabañas, paseando tranquilamente por los terrenos.
Encontramos que la vagabunda Amelia Yosemite pedía algo de dinero a cambio de tocar un par de preciosas piezas en su violín.
Nos fuimos de excursión, acariciamos caballos (algunas los montaron), disparamos a latas vacías, tiramos de la cuerda y organizamos una carrera de sacos (yo llegué la última).
Y una partida de póker donde, al parecer, nadie se fiaba de nadie...
Las Pakuna hicieron diversos rituales, entre ellos uno para adoptar a un miembro de nuestra aldea que sentía simpatía por su modo de vida.
Hasta que casi todo el pueblo se puso de acuerdo para echarlas de la aldea, pues las salvajes no eran bienvenidas.
Y tras este montón de fotos, que espero que hayan trasmitido, al menos, una pequeña parte de lo bien que me lo pasé, sólo me queda darles las gracias a todos los habitantes de Jägerville, con los que tantas risas he compartido.
A mi chico, en la aldea Robert Howlett, un futuro tabernero, por seguirme la corriente y venir conmigo.
Y a mi hermano Sergio, en la aldea el sr. Waters, por organizarlo todo y animarse a invitarme por fin!
Muy grande. Se nota que había buen rollo y eso es básico para divertirse.
ResponderEliminarMis felicitaciones a los organizadores.