—Primera pregunta:
¡Escritor! ¡Escritora! Descríbete: no hay límites.
Ay, ay, qué nervios. ¿Qué me describa? Pero, ¿cómo?
¿Físicamente? ¿Mentalmente? ¿Momentáneamente? Uf, uf. A ver. Si dices que no
hay límites es que no los hay, así que tendré que creerte. Déjame un momento
que piense.
Pues a ver, como persona soy un completo desastre. Es así,
yo lo tengo asumido, mi familia lo tiene asumido, y mis conocidos cercanos
tienen que empezar a asumirlo antes de salir corriendo. Soy despistada, pero
tengo buena fé, lo cual es más desquiciante porque no pueden enfadarse conmigo
(palabra de mi costilla). Supongo que todo eso se traslada a mi forma de
escribir, soy de esas personas que tiene una idea vaga en la cabeza y deja que
las letras vayan fluyendo, así en plan escritura automática. A veces sale bien,
a veces tengo que cerrar y volver a empezar. Lo que más me gusta hacer es dejar
que todo fluya para darle espontaneidad, especialmente a los diálogos, y luego
repasarlo una y otra vez, reescribir los párrafos para añadirles más contenido
y descripción (que es mi punto débil), y ya. Pero creo que la pregunta no iba
por ahí.
De todos modos yo quería hablar del origen de mi pasión. El caso
es que cuando era pequeña no me gustaba leer, o yo creía que no me gustaba. Ya sabéis
esas edades difíciles en lo que rechazas todo lo que te recomiendan. Total que
no leía ni aunque me mataran hasta que vi la película de Matilda, esa en la que
una niña se pone a leer desde que tiene edad para atarse los zapatos y se va
sola a la biblioteca y luego tiene poderes mágicos etc, etc. Todos los niños de
los noventa conocemos esa película. Total, que la vi y como soy un
culo-veo-culo-quiero, pensé “si ella puede, ¿por qué no iba a poder yo?”. Le
pedí a mi madre que me dejara un libro que pudiera leer y precisamente me dejó
Matilda, de Roald Dahl. Y ya no dejé de leer.
Lo que no recuerdo es cuándo empecé a desear ser escritora. Supongo
que sería un proceso natural, de leer, a querer vivir yo mis propias aventuras.
Y digo proceso natural porque desde que tengo uso de razón mi hermano y yo
hemos montado teatritos e historias sólo para nosotros donde vivíamos aventuras
de todo tipo, basadas en las películas que acabábamos de ver. Mi hermano se
hizo mayor, y yo continué haciéndolo en solitario, añadiéndoles apasionados
tintes románticos a mis encuentros con Aragorn, Lobezno o Harry Potter. Así que
cuando me di cuenta de que era un poco ridículo que una persona de mi edad (la
que tuviera en aquel momento) estuviera sola en su habitación haciendo como que
besaba o se dejaba raptar por alguien invisible, decidí que era mucho más digno
plasmar mis anhelos sobre el papel, o mejor dicho, el teclado. Aunque no podía
hacerlo muy a menudo porque por aquel entonces el único ordenador de la casa
estaba en la habitación de mi hermano.
Peero toda historia tiene un final, y mi relación con la
escritura no iba a ser menos: con el paso de los años me fui dando cuenta de
que, por mucho que me pese, no tengo madera de escritora. No consigo escribir
cosas que emocionen, y también estoy perdiendo mano con la narrativa. Es como
si al hacerme mayor estuviera perdiendo la chispa de la creatividad, porque mis
dibujos también se están resintiendo. Es como si… como si me diera cuenta, al
fin, del nivel que hay en el mundo real, y comprendiera que ya soy lo bastante
mayor como para saber que no hay mucho margen de mejora. Así que el sueño de
ser escritora se ha visto sepultado bajo un alud de realidad, y simplemente he
decidido escribir cosas que me gusten, que me apetezcan y que nadie más, aparte
de los aburridos lectores de mi blog, leerán.
—Segunda pregunta:
¿Cuál fue tu primera historia? Esa que te empujó a seguir escribiendo. No
importa si no está terminada o si es un pequeño relato. Cuéntalo todo, desde la
sinopsis hasta dibujos, personajes o fanfictions.
Pues siempre he sido un poco así, “especialita”, y mi
primera historia larga fue una que protagonizaba yo misma de forma
autobiográfica y cuyo título de borrador era “Ay Lorenita, qué cosas tienes”,
así en plan serie cutre de los ochenta. La escribiría a los… diez u once años.
En la historia, que empezaba conmigo misma paseando por una
calle empapada de lluvia y en la que un coche me salpicaba al pasar (nunca me
había pasado pero me parecía un cliché tan genial como necesario), iba
entremezclando historias sacadas de mi imaginación con momentos autobiográficos,
como la visita al Acuario con la clase, o la trama de amor central con el chico
que me gustaba en aquel momento. Como tardé mucho tiempo en terminarla, acabé
cambiando de novio y la historia acababa cuando me daba cuenta de que el que me
había gustado en realidad era el mejor amigo del protagonista. No recuerdo
mucho más, sólo que la imprimí en tinta verde con una fuente estilo “monotipe
cursiva”, como si fuera un manuscrito antiguo. Años antes de esta historia,
como veis, merecedora del premio Pulitzer, había escrito un pequeño relato en
una libreta llamada “la aventura de Pikachu”, donde no recuerdo muy bien qué
pasaba, pero era un cuento genial porque intercalaba un montón de aventuras de
Pokémon con dibujos y cosas así.
Ojalá supiera por dónde paran, seguramente las habré perdido
o tirado a la basura.
Y así de forma reciente, las únicas “novelas” (por llamarlas
de alguna forma) que he conseguido acabar son una historia que mezclaba
estética manga (es decir, instituto privado, protagonistas de uniforme, rollos
amorosos con los profesores etc), con mitología griega de la peor calidad. Os
podéis imaginar. Aún la tengo por ahí, para quien quiera tener un motivo para
sacarse los ojos.
Y mi proyecto más ambicioso, un fanfic de unas doscientas páginas de Battle
Royale, donde me dedico a masacrar de forma más o menos explícita a toda mi
clase, quedando yo, cómo no, como única superviviente del juego. Estuve como
dos años escribiendo de forma regular hasta acabarlo, y puedo decir con más o
menos orgullo que no quedó del todo mal (incluso se lo entregué a un profesor
mío para que me lo corrigiera). Tenía una libreta entera para despachar a todo
el mundo en orden y sin equivocación, con bocetos de la isla y todo.
Lamentablemente, tuve la brillante idea de meter el manuscrito en un pendrive
por si el ordenador se estropeaba, pero como yo soy así, acabé perdiendo el propio
pendrive. Actualmente la única copia que existe está impresa y guardada en mi
armario.
Es curioso, mirando hacia atrás no he dejado la costumbre de
ponerme a mí misma como protagonista de todas mis historias. Debería
consultárselo a algún psicólogo o algo así.
—Tercera pregunta:
¿Cómo es tu ambiente de trabajo? Fotos de los lugares, manías, rituales,
incluso si coméis patatas fritas durante la revisión posterior.
Pues he descubierto que soy incapaz de escribir algo decente
estando tumbada o recostada. Mi culo lo sufre, pero tengo que escribir en
posición vertical (entiéndase, sentado con la espalda recta), y a ser posible
con el escritorio lo más recogido posible. A lo sumo, algo de beber o de picar
para esos momentos de “me quedo mirando a la pantalla sin escribir y necesito
dos segundos de pensármelo antes de seguir”. Me da igual en realidad si es en
mi escritorio, encima de la mesa del salón, en la biblioteca o en el escritorio
de otra persona, mientras no haya ninguna televisión encendida ni una persona
en concreto hablando. Si hay un murmullo sordo me ayuda más que el silencio.
Aunque creo que el mejor momento para escribir es a las
siete de la mañana, cuando casi nadie se ha levantado, hace algo de fresquito y
puedes mirar por la ventana y ver la noche, algunas luces encendiéndose… aunque
pocas veces estoy despierta para escribir a esas horas, la verdad. Respecto a
rituales, lo preferible es llevar ropa cómoda (sin sujetador, por supuesto); no
pasar ni frío ni calor; e infinitamente mejor si se ha caído la conexión a
internet: por algún motivo que no alcanzo a comprender soy mucho más productiva
si no puedo perder el tiempo en webs de tonterías, fíjate.
Y de regalo, fotita cutre hecha en un momento de mi escritorio en este preciso instante. Más o menos recogido.
—Cuarta pregunta:
¿Cuál es tu personaje favorito? Que tú hayas creado, claro. Biografía. Retrato
físico y psicológico, dibujos y cualquier material. Si necesitas una guía, aquí
tienes una ficha
de personaje.
Uy, como no he conseguido terminar ninguna novela que se precie y los relatos
cortos que escribo son sobre mis BJDs, y éstos, a su vez, se basan en
personajes que he utilizado en partidas de rol, no sabría decir.
Además, y esto es algo que creo que debería ir en alguna
otra pregunta, la mayoría de las veces (excepto cuando los relatos son sobre
personajes de rol), los que aparecen en mis historias son conocidos o amigos míos
ligeramente variados o fusionados entre ellos. Supongo que se me hace más fácil escribir sobre gente que
conozco que inventar a un personaje de cero, que no sé si resultará creíble. Me
gusta imaginar cómo sería mi vida, y la vida de la gente que me rodea, si nos
hubiéramos conocido en otras circunstancias, o nos pasaran cosas
extraordinarias.
Además, siempre he querido que me incluyeran en un relato,
así que puedo imaginar que a otras personas también les hará ilusión, y lo hago
por si así fuera. Así que no, no puedo tener un personaje favorito, hablando
estrictamente del ámbito literario.
En el ámbito en el que entremezclo rol, BJDs e historias,
supongo que, como ya sabéis los lectores habituales (y con lectores habituales
me refiero a ti, deVice), tengo cierta debilidad por Yasshiff, y por Claudia. Especialmente
por Claudia. He hecho varios Scene sobre ellos que creo que ilustran bastante
bien cómo son ambos personajes, Cenicero, Sonrisa, y Viaje.
—Quinta pregunta:
¿Cuáles son los elementos recurrentes en tus textos? Hablo de escenas,
personajes, detalles que siempre, sin excepción, aparezcan en tus creaciones.
¿Qué significado tienen para ti?
Pues como elemento recurrente tiendo a copiar frases de películas o de otras
novelas que se me han quedado grabadas a fuego. Por ejemplo, en casi todas mis
historias aparece mencionado, y cito textualmente “un hombre de bigote oscuro”,
¿por qué? Por una historia corta que escribe Jo en la película de 1994 “Mujercitas”
en la que el que será su marido le sugiere que los puñales los suele llevar al
cinto un hombre de bigote oscuro.
Me gusta utilizar recursos que he leído recientemente en
otras novelas, como por ejemplo, utilizar los puntos muy seguidos para
enfatizar las frases (El ejército de las sombras, de Simon Clark ) o la idea de
un sueño o coma profundo donde la marea sube y baja en función de la
consciencia (Misery, de Stephen King). Me gusta probar cosas nuevas, soluciones
que han funcionado en otros escritores, y estilos diferentes de narración,
aunque al final siempre acabo haciendo lo mismo. Por poner otro ejemplo, cuando escribo relatos cortos sobre Mundo de Tinieblas me encanta ponerme la escena inicial de la película Sin City, porque es exactamente el tipo de narración que quiero para esa ambientación.
También suelo repetir el recurso de que el personaje en
cuestión se sienta con el cerebro lleno de algodones, o que (y esto es así
desde que escribo) le pique la nariz antes de llorar (que es algo que me pasa a
mí).
Normalmente mis historias, tanto las que ven la luz como las
que no, tratan de personas normales a las que de repente les suceden cosas
extraordinarias. En la ficción son las obras con las que más disfruto, las que
más me hacen soñar y, como se puede ver, las que más me inspiran. Y, como he
dicho antes, supongo que eso influye el hecho de que utilice a gente de mi
entorno para el reparto de mis historias.
—Sexta pregunta:
Muestrario: escribe un microrrelato basado en esta imagen.
No te olvides de poner la fuente bajo la foto. Extensión libre.
“Cuando aquella niña apareció en el claro, ninguno de los duendecillos de
hierba pensó que tuviera ninguna oportunidad. Era sólo una niña, de esas que llevaba
los auriculares sobre las orejas con el cable colgando hasta el walkman metido
dentro del pantalón. Hacía siglos que nadie aparecía por allí, ¿y llegaba una
niña moderna? El bosque suspiró de pena. Los árboles hacía años que habían
muerto, dejando tan sólo el rastro terrenal de la vegetación en crecimiento
lento. Algunos arbustos, la hierba y las flores silvestres eran los únicos con
vida ¿y para qué? Aquel lugar jamás volvería a ser como era antes. Había pasado
con muchos otros bosques antes, y ahora les tocaba a ellos, era como la
maldición de la Nada extendiéndose por entre sus filas.
La niña se sentó en el columpio tras examinarlo de cerca. Las
ardillas se estremecieron en las ramas; los niños de hoy en día tenían que
saberlo todo, absolutamente todo acerca de las cosas. Empirismo, lo llamaban
los Diente de León. Estúpidos sabelotodos. Y así comenzó a balancearse,
despacio primero y más potentemente después. Pero nadie esperaba que llegara a
nada. Y no lo hizo. Pero a la tarde siguiente regresó, y la siguiente después
de aquella. Al parecer, les dijeron los tordos, su familia se había mudado a la
casa sobre el cerro, abandonada tanto tiempo atrás con la desaparición de su
último hijo. Los bichitos de bola rieron ¿desaparición? Los humanos cada vez
sabían más, pero entendían menos.
Y aunque nadie esperaba nada de aquella niña con tiritas en
las rodillas y una pompa de chicle siempre pegada en los labios, continuó
viniendo a aquel rincón hasta que los árboles, mudos y vacíos, comenzaron a
mudar las hojas, y el bosque se preparaba para el invierno. Pero los pocos
habitantes que aún tenían algo de alma parecían reacios a abandonar la cita de
todas las tardes, a las seis, cuando llegaba la pequeña y comenzaba a
balancearse en el columpio. Lento, primero. Cada vez más alto, cada vez más
arriba, haciendo temblar los nidos de los petirrojos y desprendiendo más hojas
de las ramas ensortijadas.
Hasta que ocurrió. Cuando nadie lo esperaba, como la primera
sacudida de un terremoto. Pasó. Y el bosque, que no esperaba que sucediera, no
tuvo tiempo de estallar en vítores. Porque aquella niña había conseguido darle
la vuelta al columpio, y al hacerlo entró en la otra dimensión. Esa dimensión
que necesitaba, como agua de mayo, un alma pura que tuviera la tenacidad, la valentía,
la determinación, para pasar de ser un humano impuro y sibilino a un ser que
volviera a la naturaleza. Que ayudara al orden natural de las cosas, en lugar
de alterarlo y destruirlo.
Así, antes de que el pueblo del bosque pudiera darle la
bienvenida, el almendro que coronaba la cima del cerro floreció con el alma de
la niña. Y los gritos de júbilo ensordecieron los gritos angustiados de su
madre, que la llamaba para cenar.”
Sí, es una puta mierda, pero de verdad que necesito algo más
que una foto para escribir así, de sopetón.
—Séptima pregunta:
¿Creéis en la ética de las editoriales para con los autores? Os invito a hablar
de vuestros miedos, de vuestras aspiraciones, de cómo sería vuestra editorial
ideal, qué es lo que NO debería hacer una editorial con vuestro manuscrito y de
lo bien o mal que os han tratado en tales editoriales.
Como no tengo ningún interés actual por publicar, y no tengo
ni puñetera idea de cómo van las cosas por el mundo editorial, la verdad es que
no creo que vaya a contestar a esta pregunta. Como mucho, diría que mi mayor
ilusión sería hacer un guion para un cómic de la Marvel, y seguro que allí todo
es maravilloso, la gente va disfrazada de superhéroe al trabajo los viernes y
te llueven los cómics gratis, las invitaciones a ferias frikis y los billetes. Perdón,
volviendo a la pregunta… ¿qué me habías preguntado?
—Octava pregunta:
¿Qué autoras y autores recomendaríais? Vamos a innovar: demos protagonismo a
esos escritores aficionados de la blogosfera o de vuestra familia, conocidos,
amigos, ¡quien sea! que os ha servido de inspiración o influencia en algún
momento.
Los únicos a los que leo (y de verdad que no es peloteo, que
me encantan tus historias) son deVice, que es una escritora imaginativa y
maravillosa que parece sacada del universo de Sandman; y More, mi costilla, que
en otro tiempo fue un poeta fabuloso y de vez en cuando me sorprende y alegra
con algún relato cortito, escrito con mucho talento.
EDIT: Y cómo no, a Blogger le encanta cambiarme la configuración de los posts para que me vuelva loca con las sangrías.
Joder, que rápida!!! Me ha encantado leerte jajaja
ResponderEliminarLa verdad es que las tres primeras preguntas son geniales... Aunque tengo algo que apuntar al final de la primera: Siempre hay que escribir cosas que te gusten y te apetezcan, porque escribir debe ser un placer. Si fuese un trabajo, nos acabaríamos quejando y odiándolo a muerte, así que tu disfrútalo y no te ralles. A mí me gusta lo que escribes, y como lo escribes, aunque lo más importante siempre es que te guste a ti ;)
Tu primera historia tiene tela... Casi me meo, joder. Es que ha sido leer el título y ver a Gracita Morales, plumero en mano... La manga podrías publicarla, ya que la tienes terminada!! Y para rizar el rizo, puedes terminar copiando la de Battle Royale...
Es una pena que no guardes la de Pikachu... encima ilustrada y todo, que estaba.
De tus personajes, coincido contigo en favoritos ñij ñij
Y el relato me ha encantado. Es súper dulce y muy tú todo él... *O* (para que luego digas que si pitos y que si flautas, que te has cascado ese bombón en cinco minutos, perra)
Me ha hecho mucha ilusión que tú me menciones a mí, pero que digas que parezco sacada del universo de Sandman... me ha levantado en el aire literalmente. Es más. aún floto (y aquí... todos... flotan......).
P.D: Puta configuración y putas sangrías, colega. Es que a mí me pasa lo mismo, y tener que reorganizarlo todo es una BAZOFIA!! Señor Hamond... ¿se verán dinosaurios en su parque de dinosaurios? Estaría bien que alguna vez funcionasen las cosas correctamente >_<
El título de la primera es que se me ha quedado grabado precisamente por lo ridículo xD me pregunto en qué estaría pensando.
EliminarLa manga/mitológica la releí hace poco por curiosidad y es curioso, con lo que me costó escribirla en su tiempo y el truño que ha resultado ser. Quizá, más adelante, la suba para echarnos unas risas, pero de verdad de verdad que es un truño de proporciones bíblicas. Y lo de Battle Royale ya lo había pensado, pero es un curro que haré cuando no me quede otro remedio (parálisis temporal de todo el cuerpo excepto la cabeza y los brazos, por ejemplo).
Me alegro de que te haya gustado el relato, pero hablemos objetiva y sinceramente: es horroroso. Vamos, ni punto de comparación con el que hiciste tú, que se me puso la piel de gallina.
Ains, qué bonica eres.