lunes, 23 de febrero de 2015

Reto: ¡Yo escribo! (de aquella manera, vale, pero escribo)

—Primera pregunta: 
¡Escritor! ¡Escritora! Descríbete: no hay límites.

Ay, ay, qué nervios. ¿Qué me describa? Pero, ¿cómo? ¿Físicamente? ¿Mentalmente? ¿Momentáneamente? Uf, uf. A ver. Si dices que no hay límites es que no los hay, así que tendré que creerte. Déjame un momento que piense.
Pues a ver, como persona soy un completo desastre. Es así, yo lo tengo asumido, mi familia lo tiene asumido, y mis conocidos cercanos tienen que empezar a asumirlo antes de salir corriendo. Soy despistada, pero tengo buena fé, lo cual es más desquiciante porque no pueden enfadarse conmigo (palabra de mi costilla). Supongo que todo eso se traslada a mi forma de escribir, soy de esas personas que tiene una idea vaga en la cabeza y deja que las letras vayan fluyendo, así en plan escritura automática. A veces sale bien, a veces tengo que cerrar y volver a empezar. Lo que más me gusta hacer es dejar que todo fluya para darle espontaneidad, especialmente a los diálogos, y luego repasarlo una y otra vez, reescribir los párrafos para añadirles más contenido y descripción (que es mi punto débil), y ya. Pero creo que la pregunta no iba por ahí.

De todos modos yo quería hablar del origen de mi pasión. El caso es que cuando era pequeña no me gustaba leer, o yo creía que no me gustaba. Ya sabéis esas edades difíciles en lo que rechazas todo lo que te recomiendan. Total que no leía ni aunque me mataran hasta que vi la película de Matilda, esa en la que una niña se pone a leer desde que tiene edad para atarse los zapatos y se va sola a la biblioteca y luego tiene poderes mágicos etc, etc. Todos los niños de los noventa conocemos esa película. Total, que la vi y como soy un culo-veo-culo-quiero, pensé “si ella puede, ¿por qué no iba a poder yo?”. Le pedí a mi madre que me dejara un libro que pudiera leer y precisamente me dejó Matilda, de Roald Dahl. Y ya no dejé de leer.
Lo que no recuerdo es cuándo empecé a desear ser escritora. Supongo que sería un proceso natural, de leer, a querer vivir yo mis propias aventuras. Y digo proceso natural porque desde que tengo uso de razón mi hermano y yo hemos montado teatritos e historias sólo para nosotros donde vivíamos aventuras de todo tipo, basadas en las películas que acabábamos de ver. Mi hermano se hizo mayor, y yo continué haciéndolo en solitario, añadiéndoles apasionados tintes románticos a mis encuentros con Aragorn, Lobezno o Harry Potter. Así que cuando me di cuenta de que era un poco ridículo que una persona de mi edad (la que tuviera en aquel momento) estuviera sola en su habitación haciendo como que besaba o se dejaba raptar por alguien invisible, decidí que era mucho más digno plasmar mis anhelos sobre el papel, o mejor dicho, el teclado. Aunque no podía hacerlo muy a menudo porque por aquel entonces el único ordenador de la casa estaba en la habitación de mi hermano.

Peero toda historia tiene un final, y mi relación con la escritura no iba a ser menos: con el paso de los años me fui dando cuenta de que, por mucho que me pese, no tengo madera de escritora. No consigo escribir cosas que emocionen, y también estoy perdiendo mano con la narrativa. Es como si al hacerme mayor estuviera perdiendo la chispa de la creatividad, porque mis dibujos también se están resintiendo. Es como si… como si me diera cuenta, al fin, del nivel que hay en el mundo real, y comprendiera que ya soy lo bastante mayor como para saber que no hay mucho margen de mejora. Así que el sueño de ser escritora se ha visto sepultado bajo un alud de realidad, y simplemente he decidido escribir cosas que me gusten, que me apetezcan y que nadie más, aparte de los aburridos lectores de mi blog, leerán.

—Segunda pregunta: 
¿Cuál fue tu primera historia? Esa que te empujó a seguir escribiendo. No importa si no está terminada o si es un pequeño relato. Cuéntalo todo, desde la sinopsis hasta dibujos, personajes o fanfictions. 

Pues siempre he sido un poco así, “especialita”, y mi primera historia larga fue una que protagonizaba yo misma de forma autobiográfica y cuyo título de borrador era “Ay Lorenita, qué cosas tienes”, así en plan serie cutre de los ochenta. La escribiría a los… diez u once años.
En la historia, que empezaba conmigo misma paseando por una calle empapada de lluvia y en la que un coche me salpicaba al pasar (nunca me había pasado pero me parecía un cliché tan genial como necesario), iba entremezclando historias sacadas de mi imaginación con momentos autobiográficos, como la visita al Acuario con la clase, o la trama de amor central con el chico que me gustaba en aquel momento. Como tardé mucho tiempo en terminarla, acabé cambiando de novio y la historia acababa cuando me daba cuenta de que el que me había gustado en realidad era el mejor amigo del protagonista. No recuerdo mucho más, sólo que la imprimí en tinta verde con una fuente estilo “monotipe cursiva”, como si fuera un manuscrito antiguo. Años antes de esta historia, como veis, merecedora del premio Pulitzer, había escrito un pequeño relato en una libreta llamada “la aventura de Pikachu”, donde no recuerdo muy bien qué pasaba, pero era un cuento genial porque intercalaba un montón de aventuras de Pokémon con dibujos y cosas así.
Ojalá supiera por dónde paran, seguramente las habré perdido o tirado a la basura.

Y así de forma reciente, las únicas “novelas” (por llamarlas de alguna forma) que he conseguido acabar son una historia que mezclaba estética manga (es decir, instituto privado, protagonistas de uniforme, rollos amorosos con los profesores etc), con mitología griega de la peor calidad. Os podéis imaginar. Aún la tengo por ahí, para quien quiera tener un motivo para sacarse los ojos. 
Y mi proyecto más ambicioso, un fanfic de unas doscientas páginas de Battle Royale, donde me dedico a masacrar de forma más o menos explícita a toda mi clase, quedando yo, cómo no, como única superviviente del juego. Estuve como dos años escribiendo de forma regular hasta acabarlo, y puedo decir con más o menos orgullo que no quedó del todo mal (incluso se lo entregué a un profesor mío para que me lo corrigiera). Tenía una libreta entera para despachar a todo el mundo en orden y sin equivocación, con bocetos de la isla y todo. Lamentablemente, tuve la brillante idea de meter el manuscrito en un pendrive por si el ordenador se estropeaba, pero como yo soy así, acabé perdiendo el propio pendrive. Actualmente la única copia que existe está impresa y guardada en mi armario.

Es curioso, mirando hacia atrás no he dejado la costumbre de ponerme a mí misma como protagonista de todas mis historias. Debería consultárselo a algún psicólogo o algo así.

—Tercera pregunta: 
¿Cómo es tu ambiente de trabajo? Fotos de los lugares, manías, rituales, incluso si coméis patatas fritas durante la revisión posterior. 

Pues he descubierto que soy incapaz de escribir algo decente estando tumbada o recostada. Mi culo lo sufre, pero tengo que escribir en posición vertical (entiéndase, sentado con la espalda recta), y a ser posible con el escritorio lo más recogido posible. A lo sumo, algo de beber o de picar para esos momentos de “me quedo mirando a la pantalla sin escribir y necesito dos segundos de pensármelo antes de seguir”. Me da igual en realidad si es en mi escritorio, encima de la mesa del salón, en la biblioteca o en el escritorio de otra persona, mientras no haya ninguna televisión encendida ni una persona en concreto hablando. Si hay un murmullo sordo me ayuda más que el silencio.
Aunque creo que el mejor momento para escribir es a las siete de la mañana, cuando casi nadie se ha levantado, hace algo de fresquito y puedes mirar por la ventana y ver la noche, algunas luces encendiéndose… aunque pocas veces estoy despierta para escribir a esas horas, la verdad. Respecto a rituales, lo preferible es llevar ropa cómoda (sin sujetador, por supuesto); no pasar ni frío ni calor; e infinitamente mejor si se ha caído la conexión a internet: por algún motivo que no alcanzo a comprender soy mucho más productiva si no puedo perder el tiempo en webs de tonterías, fíjate.
Y de regalo, fotita cutre hecha en un momento de mi escritorio en este preciso instante. Más o menos recogido.


—Cuarta pregunta: 
¿Cuál es tu personaje favorito? Que tú hayas creado, claro. Biografía. Retrato físico y psicológico, dibujos y cualquier material. Si necesitas una guía, aquí tienes una ficha de personaje.

Uy, como no he conseguido terminar ninguna novela que se precie y los relatos cortos que escribo son sobre mis BJDs, y éstos, a su vez, se basan en personajes que he utilizado en partidas de rol, no sabría decir.

Además, y esto es algo que creo que debería ir en alguna otra pregunta, la mayoría de las veces (excepto cuando los relatos son sobre personajes de rol), los que aparecen en mis historias son conocidos o amigos míos ligeramente variados o fusionados entre ellos. Supongo que se me hace más fácil escribir sobre gente que conozco que inventar a un personaje de cero, que no sé si resultará creíble. Me gusta imaginar cómo sería mi vida, y la vida de la gente que me rodea, si nos hubiéramos conocido en otras circunstancias, o nos pasaran cosas extraordinarias. 
Además, siempre he querido que me incluyeran en un relato, así que puedo imaginar que a otras personas también les hará ilusión, y lo hago por si así fuera. Así que no, no puedo tener un personaje favorito, hablando estrictamente del ámbito literario.
En el ámbito en el que entremezclo rol, BJDs e historias, supongo que, como ya sabéis los lectores habituales (y con lectores habituales me refiero a ti, deVice), tengo cierta debilidad por Yasshiff, y por Claudia. Especialmente por Claudia. He hecho varios Scene sobre ellos que creo que ilustran bastante bien cómo son ambos personajes, Cenicero, Sonrisa, y Viaje.

—Quinta pregunta: 
¿Cuáles son los elementos recurrentes en tus textos? Hablo de escenas, personajes, detalles que siempre, sin excepción, aparezcan en tus creaciones. ¿Qué significado tienen para ti? 

Pues como elemento recurrente tiendo a copiar frases de películas o de otras novelas que se me han quedado grabadas a fuego. Por ejemplo, en casi todas mis historias aparece mencionado, y cito textualmente “un hombre de bigote oscuro”, ¿por qué? Por una historia corta que escribe Jo en la película de 1994 “Mujercitas” en la que el que será su marido le sugiere que los puñales los suele llevar al cinto un hombre de bigote oscuro.

Me gusta utilizar recursos que he leído recientemente en otras novelas, como por ejemplo, utilizar los puntos muy seguidos para enfatizar las frases (El ejército de las sombras, de Simon Clark ) o la idea de un sueño o coma profundo donde la marea sube y baja en función de la consciencia (Misery, de Stephen King). Me gusta probar cosas nuevas, soluciones que han funcionado en otros escritores, y estilos diferentes de narración, aunque al final siempre acabo haciendo lo mismo. Por poner otro ejemplo, cuando escribo relatos cortos sobre Mundo de Tinieblas me encanta ponerme la escena inicial de la película Sin City, porque es exactamente el tipo de narración que quiero para esa ambientación.

También suelo repetir el recurso de que el personaje en cuestión se sienta con el cerebro lleno de algodones, o que (y esto es así desde que escribo) le pique la nariz antes de llorar (que es algo que me pasa a mí).
Normalmente mis historias, tanto las que ven la luz como las que no, tratan de personas normales a las que de repente les suceden cosas extraordinarias. En la ficción son las obras con las que más disfruto, las que más me hacen soñar y, como se puede ver, las que más me inspiran. Y, como he dicho antes, supongo que eso influye el hecho de que utilice a gente de mi entorno para el reparto de mis historias.

—Sexta pregunta: 
Muestrario: escribe un microrrelato basado en esta imagen. No te olvides de poner la fuente bajo la foto. Extensión libre.

“Cuando aquella niña apareció en el claro, ninguno de los duendecillos de hierba pensó que tuviera ninguna oportunidad. Era sólo una niña, de esas que llevaba los auriculares sobre las orejas con el cable colgando hasta el walkman metido dentro del pantalón. Hacía siglos que nadie aparecía por allí, ¿y llegaba una niña moderna? El bosque suspiró de pena. Los árboles hacía años que habían muerto, dejando tan sólo el rastro terrenal de la vegetación en crecimiento lento. Algunos arbustos, la hierba y las flores silvestres eran los únicos con vida ¿y para qué? Aquel lugar jamás volvería a ser como era antes. Había pasado con muchos otros bosques antes, y ahora les tocaba a ellos, era como la maldición de la Nada extendiéndose por entre sus filas.

La niña se sentó en el columpio tras examinarlo de cerca. Las ardillas se estremecieron en las ramas; los niños de hoy en día tenían que saberlo todo, absolutamente todo acerca de las cosas. Empirismo, lo llamaban los Diente de León. Estúpidos sabelotodos. Y así comenzó a balancearse, despacio primero y más potentemente después. Pero nadie esperaba que llegara a nada. Y no lo hizo. Pero a la tarde siguiente regresó, y la siguiente después de aquella. Al parecer, les dijeron los tordos, su familia se había mudado a la casa sobre el cerro, abandonada tanto tiempo atrás con la desaparición de su último hijo. Los bichitos de bola rieron ¿desaparición? Los humanos cada vez sabían más, pero entendían menos.
Y aunque nadie esperaba nada de aquella niña con tiritas en las rodillas y una pompa de chicle siempre pegada en los labios, continuó viniendo a aquel rincón hasta que los árboles, mudos y vacíos, comenzaron a mudar las hojas, y el bosque se preparaba para el invierno. Pero los pocos habitantes que aún tenían algo de alma parecían reacios a abandonar la cita de todas las tardes, a las seis, cuando llegaba la pequeña y comenzaba a balancearse en el columpio. Lento, primero. Cada vez más alto, cada vez más arriba, haciendo temblar los nidos de los petirrojos y desprendiendo más hojas de las ramas ensortijadas.
Hasta que ocurrió. Cuando nadie lo esperaba, como la primera sacudida de un terremoto. Pasó. Y el bosque, que no esperaba que sucediera, no tuvo tiempo de estallar en vítores. Porque aquella niña había conseguido darle la vuelta al columpio, y al hacerlo entró en la otra dimensión. Esa dimensión que necesitaba, como agua de mayo, un alma pura que tuviera la tenacidad, la valentía, la determinación, para pasar de ser un humano impuro y sibilino a un ser que volviera a la naturaleza. Que ayudara al orden natural de las cosas, en lugar de alterarlo y destruirlo.
Así, antes de que el pueblo del bosque pudiera darle la bienvenida, el almendro que coronaba la cima del cerro floreció con el alma de la niña. Y los gritos de júbilo ensordecieron los gritos angustiados de su madre, que la llamaba para cenar.”

Sí, es una puta mierda, pero de verdad que necesito algo más que una foto para escribir así, de sopetón.

—Séptima pregunta: 

¿Creéis en la ética de las editoriales para con los autores? Os invito a hablar de vuestros miedos, de vuestras aspiraciones, de cómo sería vuestra editorial ideal, qué es lo que NO debería hacer una editorial con vuestro manuscrito y de lo bien o mal que os han tratado en tales editoriales.

Como no tengo ningún interés actual por publicar, y no tengo ni puñetera idea de cómo van las cosas por el mundo editorial, la verdad es que no creo que vaya a contestar a esta pregunta. Como mucho, diría que mi mayor ilusión sería hacer un guion para un cómic de la Marvel, y seguro que allí todo es maravilloso, la gente va disfrazada de superhéroe al trabajo los viernes y te llueven los cómics gratis, las invitaciones a ferias frikis y los billetes. Perdón, volviendo a la pregunta… ¿qué me habías preguntado?

—Octava pregunta: 
¿Qué autoras y autores recomendaríais? Vamos a innovar: demos protagonismo a esos escritores aficionados de la blogosfera o de vuestra familia, conocidos, amigos, ¡quien sea! que os ha servido de inspiración o influencia en algún momento.


Los únicos a los que leo (y de verdad que no es peloteo, que me encantan tus historias) son deVice, que es una escritora imaginativa y maravillosa que parece sacada del universo de Sandman; y More, mi costilla, que en otro tiempo fue un poeta fabuloso y de vez en cuando me sorprende y alegra con algún relato cortito, escrito con mucho talento.


EDIT: Y cómo no, a Blogger le encanta cambiarme la configuración de los posts para que me vuelva loca con las sangrías.

2 comentarios:

  1. Joder, que rápida!!! Me ha encantado leerte jajaja
    La verdad es que las tres primeras preguntas son geniales... Aunque tengo algo que apuntar al final de la primera: Siempre hay que escribir cosas que te gusten y te apetezcan, porque escribir debe ser un placer. Si fuese un trabajo, nos acabaríamos quejando y odiándolo a muerte, así que tu disfrútalo y no te ralles. A mí me gusta lo que escribes, y como lo escribes, aunque lo más importante siempre es que te guste a ti ;)

    Tu primera historia tiene tela... Casi me meo, joder. Es que ha sido leer el título y ver a Gracita Morales, plumero en mano... La manga podrías publicarla, ya que la tienes terminada!! Y para rizar el rizo, puedes terminar copiando la de Battle Royale...
    Es una pena que no guardes la de Pikachu... encima ilustrada y todo, que estaba.

    De tus personajes, coincido contigo en favoritos ñij ñij

    Y el relato me ha encantado. Es súper dulce y muy tú todo él... *O* (para que luego digas que si pitos y que si flautas, que te has cascado ese bombón en cinco minutos, perra)

    Me ha hecho mucha ilusión que tú me menciones a mí, pero que digas que parezco sacada del universo de Sandman... me ha levantado en el aire literalmente. Es más. aún floto (y aquí... todos... flotan......).

    P.D: Puta configuración y putas sangrías, colega. Es que a mí me pasa lo mismo, y tener que reorganizarlo todo es una BAZOFIA!! Señor Hamond... ¿se verán dinosaurios en su parque de dinosaurios? Estaría bien que alguna vez funcionasen las cosas correctamente >_<

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    Respuestas
    1. El título de la primera es que se me ha quedado grabado precisamente por lo ridículo xD me pregunto en qué estaría pensando.
      La manga/mitológica la releí hace poco por curiosidad y es curioso, con lo que me costó escribirla en su tiempo y el truño que ha resultado ser. Quizá, más adelante, la suba para echarnos unas risas, pero de verdad de verdad que es un truño de proporciones bíblicas. Y lo de Battle Royale ya lo había pensado, pero es un curro que haré cuando no me quede otro remedio (parálisis temporal de todo el cuerpo excepto la cabeza y los brazos, por ejemplo).

      Me alegro de que te haya gustado el relato, pero hablemos objetiva y sinceramente: es horroroso. Vamos, ni punto de comparación con el que hiciste tú, que se me puso la piel de gallina.

      Ains, qué bonica eres.

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