sábado, 14 de julio de 2012

Damsel in distress

Sin muchos preámbulos y explicaciones, voy a comenzar a tratar un tema que me lleva afectando mucho tiempo.
Ya me habréis leído hablando de mis problemas de ansiedad, de mi predisposición a caer enferma.
Creo que es importante que escriba esto, porque nadie más que conozca, o que lea, ha explicado jamás lo que significa, lo que se siente. Evidentemente he leído cosas por Internet, en páginas médicas más o menos fiables. Pero creo que es importante que explique lo que siento yo como individuo, no como un conjunto de síntomas.
Creo que es importante, pero todavía no sé para qué.

¿Qué siento cuando siento ansiedad? Es difícil de explicar, supongo. Son tan diversas las opciones en las cuales puedo sufrir un ataque que es difícil encasillar las sensaciones en una. Es esa sensación que sientes cuando ves una película de terror, cuando suena la música inquietante y el protagonista está a punto de abrir una puerta o de mirarse a un espejo. Es un hormigueo en las entrañas, el corazón se acelera, sientes un nudo en la garganta.
Sientes la necesidad de huir, de salir de donde quiera que te encuentres. Porque si te quedas, va a pasar algo horrible. Supongo que ese "algo" cambia en cada persona. En mi caso, no sé por qué, lo que podría pasar es que me pusiera enferma, que me pusiera a vomitar en mitad de donde quiera que estuviera. Tengo que salir de allí porque si no, me pondré a vomitar. Y eso no puede pasar.
Se me acelera el pulso, siento náuseas, un sudor frío me empapa la frente y las manos. Me tiemblan las piernas cuando me levanto para escapar. Me encuentro mal, tengo que irme de aquí. Ese es el pensamiento. Y te vas, claro, ¿cómo no te vas a ir? Tu cuerpo, tu adrenalina, te está empujando a ello. A nuestros antepasados el cuerpo les decía "estás delante de una pantera. Huye, coño", y huían para salvar la vida. Pues yo huyo, huyo para no vomitar.

A veces es diferente. A veces es sólo... bueno, yo lo llamo estar en el mundo de las ideas. Es como si de pronto, mi cabeza se vaciara, está completamente vacía, y baila sola. No pesa nada. Me mareo porque como no pesa, mi cuello es incapaz de mantenerla quieta. Me aprietan las sienes y tengo la cabeza vacía. Quizá me caiga al suelo, pero lo más seguro que ocurra es que acabe vomitando y montando una escena. El mundo de las ideas es la situación que se suele dar más a menudo, cuando realmente juntas tu fuerza de voluntad para hacer cualquier cosa. Tu mente se va al mundo de las ideas, mientras tú te mantienes sentado, tratando de disimular, intentando hacer que tu cabeza no te duela. Se suele pasar, aunque no siempre. Se suele pasar porque no es un aviso, no es una alarma que te haga perder el culo para salir de algún sitio. Simplemente es un dolor de cabeza, aunque si le haces mucho caso, quizá tengas que huir.

Finalmente suelen pasar dos cosas, a veces conjuntamente: vómito y llanto. Puede que el vómito no se dé, pero si has huido, el llanto siempre te acompaña, junto con la sensación de culpabilidad. No eres capaz de ser normal, de hacer todo lo que los demás pueden hacer. Has visto por la tele todas esas series de adolescentes donde pueden hacer autostop y acabar en la otra punta del país, donde se escapan para hacer acampadas. Para ti es tan imposible como operar a alguien a corazón abierto. Es tan difícil como escalar el Everest. Escuchas a tus amigos diciendo todas esas cosas maravillosas que han hecho o piensan hacer. Escuchas que te preguntan si te apuntarías. Y ¡claro que te apuntarías! Dios mío, si parece divertidísimo. Pero luego el duendecillo maligno te susurra que tú no eres como ellos. Ellos no se pondrán a vomitar si dormís juntos en la misma sala oscura, o si cogéis un coche y hacéis un viaje demasiado largo. O si no comes lo suficiente, y entonces empieza el dolor de estómago.

Oh, sí, aún no he tocado el tema del dolor de estómago. Un día, porque sí, porque quizá la semana pasada tuviste un disgusto, o quizá porque ese día no has comido lo suficiente, tu estómago se contrae. Los duendecillos malignos te clavan cuchillas al rojo. Lloras, suplicas, vomitas de dolor. Tu estómago está bien, pero tú no lo estás. La primera noche es la peor. Los otros tres días siguientes sólo tendrás que soportar una especie de calambres que te doblan de dolor al caminar. Pero estás bien, así que no se puede hacer nada. Quizá llamar a un médico de urgencias a que te pinche un calmante en el culo.
Pero claro, el 90% de la medicina viene de tu actitud. Debes tener una actitud calmada, relajada, los calmantes te van a hacer efecto, no te va a doler más. Eso es lo que debes pensar. Pero es difícil, joder, duele. Duele como si te clavaran hierros en el vientre, en la boca del estómago. Es difícil pensar que te vas a poner bien en seguida cuando esta situación se repite cada mes, cada pocas semanas. Hay que poner de tu parte, pero llega un momento en el que no puedes más, en el que directamente la vida es una mierda, tú eres una mierda rara que no va a poder hacer nada importante en su vida.

La ansiedad es un boicot a la felicidad. La ansiedad es un duendecillo maligno que te advierte cuando te acercas demasiado a algo que te gusta, que te impide hacer algo que deseas. Porque no te lo mereces, quizá. Porque realmente no quieres ser feliz, puede ser. La ansiedad es un gran yunque de hierro negro que arrastras todo el día. Porque no desaparece, siempre está ahí, acechando en algún momento de debilidad, para atacarte y desbaratar todo lo que estuvieras haciendo, o lo que quisieras hacer. 
Quizá es injusto y demasiado fuerte lo que voy a decir, pero este es mi blog y en esta entrada no pienso justificarme ante nadie: tener ansiedad es casi como tener una minusvalía. Siempre vas a estar condicionado para todo. No eres una persona normal. No es algo que te cure un medicamento.

Si tienes suerte y has nacido en un ambiente con dinero, puede que ir todas las semanas a una terapia que se adapte a tus circunstancias, te ayude tanto que casi lo superes. Pero si eres como yo, y sólo puedes aspirar a una hora, una vez cada tres meses... pues tendrás que abandonar tu voluntariado en un pueblo porque no puedes soportar pasar las noches acompañada por gente con la cual no tienes confianza.


Nunca pido respuestas en mi blog, pero me gustaría saber si alguien de los pocos que me leen, han sentido alguna vez estos síntomas, o estas sensaciones. Y que me digan cómo salen adelante, o cómo intentan ser felices. Porque yo, francamente, ya me estoy cansando.

3 comentarios:

  1. yo he sufrido de hipocondria, agorafobia, tengo problemas nerviosos y colitis, he tenido muchos de los sintomas que describes con esos dolores y miedos, todo menos lo de ganas de vomitar...

    hoy me he curado de muchos de esos padecimientos, y sin medicina, al igual pense que sin terapia por no tener dinero no podria superarlo, no podia salir, no podia estar en un lugar sin sentirme que las paredes se me venian encima, tenia de todo y queria desaparecer no podia tener una vida normal..

    hoy salgo agusto, me siento bien conmigo misma y esas inseguridades y miedos se han ido..
    todo eso lo supere con una buena actitud y buena alimentacion, facil no fue me ha llevado un año lograrlo pero lo estoy logrando y poco a poco mi vida ha mejorado.. intenta relajarte yo se qu eno es nada facil pero debes tener el control de tu mente y tus emociones soloo entonces podras mantener la calma en esos episodios concentrate en cosas buenas y como dicen ve a tu lugar feliz xD

    puede qie digas- si que facil lo dices- pero pase por esas cosas y te entiendo, todo esta en tu interior, primero que nada debes ir con el doctor para que te diga si tienes alguna enfermedad y tratarla no siempre es caro como piensas, despues de tratar tu salud viene lo mental..

    ten fe en ti y trata de pensar que debes disfrutar la vida nada es tan malo como parece...

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  2. Pues es que la ansiedad es muy jodida. Te persigue para siempre… las que somos de carácter nervioso tenemos todas las papeletas.

    Lo que tienes que hacer, es coger por los huevos a ese duendecillo maligno y soplapollas y mandarlo a zurrir mierdas de una vez.
    A mi me pasa a veces por cierta situación familiar. No es lo mismo, lo sé. No tiene nada que ver, porque es circunstancial, y si la cosa está bien, yo también.

    Tienes que pensar siempre en positivo. Cuando asome el morro, piensa en otra cosa. Algo que te haga feliz (hazte una bolsita de pensamientos alegres, como el niño de Peter Pan :) ) Es difícil, también lo sé. Pero con esfuerzo puedes conseguirlo.
    También puedes hacer listas. Las listas son buenas para todo. Pueden poner en orden la cabeza, que muchas veces es muy necesario.
    Haz una de cosas buenas. Pones todo lo que te hace feliz, desde las personas que te rodean, a los pequeños momentos de cada día, que son importantísimos. Si ves que tienes pocos momentos de esos, haz otra con cosas que puedes hacer para crearlos.
    Otra con las cosas que te preocupan, o te irritan. Verás como es mucho más pequeña. A veces verlo en papel puede ayudar, no sé…
    Intenta hacer esas cosas con las que no te atreves. Si haces cosas con tus amigos, no creo que se molesten si te da un ataque de ansiedad en medio de una acampada, mujer. Al contrario, pueden ayudarte (o dejarte algo de espacio, según lo que tú necesites) Y si te animas a ir por ahí, ¡igual no te da tiempo de tener ansiedad!
    Hay mucha gente que te quiere, y lo principal que tienes que hacer es dejar que te lo demuestren. Dejarte ayudar por ellos. ¡Y tienes a More! Yo creo que una relación estable también es un gran apoyo!!

    Escribir se te da muy bien. A veces hacerlo es una válvula de escape genial, un desahogo.
    Procura no darle vueltas a la cabeza. Estate todo lo distraída que puedas y busca siempre cosas que te relajen. Muchas veces lo que nos gusta también es lo que más nos saca de quicio. Evítalo en momentos críticos. Si todo falla, ponte en la tele unos capítulos de BIG BAN o Modern Family. Son mano de santo xD
    Si no tienes una tele a mano, siempre puedes recordar cosas que te hagan reír.

    Y desde aquí solo puedo decirte que eres un encanto de chavala, con un millón de cualidades. ¡¡Ánimo, Nep!!

    P.D: Recuerda… ¡a zurrir mierdas!

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