miércoles, 26 de agosto de 2015

Realidad de trapo

Siguiendo la estela de deVice y Nicte, he decidido recopilar algunos tesoritos de la infancia y hacerles un pequeño homenaje.
Pese a lo que pueda parecer, yo soy una persona que tira más hacia lo práctico que hacia lo sentimental. O por lo menos, en algún momento de mi adolescencia lo fui, porque me recuerdo perfectamente tirando juguetes y peluches antiguos con tal de hacer espacio en mi habitación. Porque yo provengo de una familia en lo que las cosas "agobian", y claro, todo lo malo se queda. Así que hoy, a la hora de ponerme a buscar recuerdos infantiles me he encontrado con tres tristes cajas de zapatos llenas y he pensado ¿y el resto? Pues el resto está donado a otros familiares o en la basura. Pero claro, en una casa de dimensiones modestas no se puede hacer mucho más. Porque mis juguetes más favoritos eran las casitas; tenía la casa grande de Pin y Pon, la granja de Pin y Pon, la granja de Playmobil, el castillo de Playmobil (este todavía lo tengo, pero las paredes y poco más), el iglú de Playmobil (tenía muchas cosas más de Playmobil), y unas pocas cosas más de las Pollypocket (cuando eran pequeñas de verdad, no como ahora). Me encantaban las casitas y llenarlas de un montón de gente e inventarme historias.
Que esa es otra, mis juguetes favoritos, a parte de las Barbies, eran los animalitos pequeños, o las figuras pequeñas en general. Me encantaban. Eran manejables y muy monas.

En resumen, que todos esas casas y muñecos se han perdido como lágrimas en la lluvia.

Y aquí lo poco que he podido rescatar. Como deVice, soy un poco perra y he hecho una sola foto, a ver si se puede distinguir todo (creo que me ha salido un poco movida).

Empezando por la izquierda está mi caja con los recortables. Me gustaban muchísimo porque aunaban mis dos aficiones: vestir muñecas y las manualidades. Además mi madre a veces me dibujaba los que se me rompían (en la imagen, la muñeca pequeña me la hizo ella), y eso las hacía el doble de especiales. Y conforme me fui haciendo mayor me lancé a la piscina de hacer mi propia ropa, aunque los resultados no fueron muy buenos. 
En la parte de abajo (no sé si se ven muy bien), hay tres vampiritos que me salieron de regalo de los huevos Kinder. Como he dicho, me encantaban las figuritas pequeñas (y los huevos Kinder, para qué negarlo), y tengo un montón de series de regalo de este tipo, como pingüinos, leones o gnomos. Mi hermano y yo los coleccionábamos. Aunque de esta serie sólo tengo tres muñecos (y el que está tumbado en el suelo debería estar colgando boca abajo de una farola que daba luz y todo, pero no la he encontrado, snif), es especial porque una Navidad mis tíos favoritos me regalaron una caja con un montón de huevos Kinder, y estos salieron de ahí.
Encima de la caja está Donald, mi perro de trapo y semillas que fue de una de mis tías, luego de mi hermano y luego mío. Me acompañó en algunos Carnavales del colegio y en algunas excursiones (en una de ellas le arrancaron una oreja, putos niños), y ha sufrido millones de costurones reparadores.
Luego están las dos Barbies más representativas de mi infancia. La del vestido azul es mi Barbie más favorita, una de las últimas que me compraron y la más moderna, con los brazos articulados y todo. Como era la única que tenía con el cabello castaño (bueno, tirando a castaño), me sentía identificada en ella y era la que hacía los mejores papeles, como el de Sailor Júpiter (mi favorita por aquel entonces). La de al lado fue la primera que tuve, creo que era la Barbie Rapunzel, pero por lo visto mi yo a los tres años tenía la costumbre de peinarla a contrapelo y le enmarañé la melena, así que un fatídico día mi madre decidió cortar por lo sano. Me acuerdo de que lloré un montón, y, tijeras en mano, intenté cortar más para arreglarle el pelo, con el resultado que tenéis en pantalla. Como el único chico que tenía era un Aladin, a esta pobre le tocaba hacer siempre el papel de chico o de pareja lesbiana (es decir, Sailor Urano).
Al lado de la Barbie lesbiana hay una sillita morada que es lo único que queda de mi castillo de Sailor Moon. Lo compramos en una juguetería en un centro comercial y me flipaba, me encantó porque adoraba Sailor Moon, pero no nos dimos cuenta de que en la caja sólo venían el castillo y los muebles, así que nunca pude jugar con él porque estaba a escala de las figuras de la misma colección y nunca conseguí encontrar dichas figuras (por eso te tengo tanta envidia, Nicte, ¡tú las tenías!). El castillo acabó olvidado dentro de un armario, y luego, como todo, se perdió. Mataría por tenerlo ahora.
Después está uno de los pocos VHS que guardo de recuerdo, el de Mi Vecino Totoro; me lo regaló mi hermano cuando yo todavía iba a la guardería porque la película me encantaba. De hecho hoy en día me sigue gustando tanto que me sé todos los diálogos de memoria.
Debajo están el típico juego de cartas de Familias del Mundo, que me compró mi madre un día porque le entró la vena nostálgica de lo que jugaba de pequeña. Me encantaban los dibujos, a veces sólo me gustaba abrir la caja para mirarlos. Ya no me acuerdo de cómo se juega.
Y para terminar mi primera casita Pollypocket, ahí está abierta para que se vea lo de dentro pero cuando se cierra es una casita monísima. 

Y eso es todo, supongo. Afortunadamente aún conservo más figuras y juguetes con valor sentimental, pero estas son las únicas que me remiten a mi más tierna infancia.

6 comentarios:

  1. Recortables, ya ni me acordaba de ellos. Lo que entretenidos que podían ser un trozo de papel o cartón. La primera muñeca disney que tuve fue la sirenita, que a todo esto creo que debe de estar por alguna parte, pero tardaron bastante tiempo en comprarmela y mientras tanto yo usaba un recortable de ella y era más feliz que una perdiz.

    Ignoraba que hubiera un castillo para esas figuras de Sailor Moon :O. A mi me la compraron en el hipermercado de turno, que posteriormente pasó a ser un Carrefour. Me hubiera encantado tenerlas a todas pero no coló >.<'

    Las casitas de polly poket eran geniales, yo tuve dos de sus versiones disney, la de Pocahontas (durante una larga temporada fue mi princesa disney favorita, la primera fue la sirenita) y la de la bella y la bestia, pero se las di a mis primas cuando llegue a la adolescencia.

    Me ha encantado que te hayas animado a enseñar tus tesoros, son geniales. Me gusta mucho ver estas cosas, a parte de por curiosidad porque me trae buenos recuerdos de mi infancia ^^



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    1. Yo de casita de Polly pocket tengo el castillo de la Cenicienta, pero como nunca ha sido una princesa que me gustara mucho no lo utilicé tanto como otros juguetes, aunque el castillo en sí es una pasada. La de la Bella y la Bestia sí me hubiese gustado tenerla!

      A mí también me han encantado vuestros posts, me han hecho acordarme de muchísimas cosas que creía olvidadas de mi infancia.

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  2. Guardarás pocas cosas, pero conservar los recortables es una pasada!! :D
    Y tus cartas de las familias de siete países yo también las tuve, aunque tampoco eran mías (no sé de quien eran jaja)
    Tus cosillas son geniales también. Yo los pin y pon los trillé mucho con mi hermana pequeña (nos llevamos once años), y lo que nombras lo reconozco.

    Tienes mucha razón con lo de despejar, en mi casa pasaba lo mismo (por eso he perdido muchísimas cosas, y porque de tanto usarlas estaban fatal y se podían confundir con cosas aptas para la basura durante las limpiezas generales xDD). El espacio (o más bien la falta de él) es una jodienda...

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    1. Lo peor es que era yo misma quien, llegada a una edad, decidía despejar, jajaja. Si por mi madre fuera todavía tendría todos los peluches expuestos en la pared. Esa edad difícil en la que quieres demostrar a todo el mundo que ya no eres una niña, ains.

      Lo de los recortables la verdad es que es curioso que todavía los conserve. Creo que es una mezcla entre que fue de las últimas cosas con las que dejé de jugar, y que la caja que compró mi madre es de madera y muy bonita, y siempre la hemos tenido decorando. Se han librado por eso, jajaja.

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  3. Yo también tengo esos vampiros de los Kinder, me encantaba esa colección y casi, casi la conseguí entera. En general tengo muchos de esos porque también me encantan los muñequitos pequeños.
    Yo recuerdo que también poco a poco se iban perdiendo algunas cosas, porque mi madre lo quería siempre todo quitado de en medio y al no tener mucho sitio no había manera de que se pudiera guardar todo T^T

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    1. La manía de las madres de quitarlo todo de en medio, jajaja

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